Tantos millones y no se atiende a los Recursos Humanos

La Constitución Política del Perú, en el marco de la persona y la sociedad, remarca en sus primeros artículos:

“Artículo 1.- La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado. Artículo 2.- Toda persona tiene derecho: A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece. A la igualdad ante la ley, nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole”, se puntualiza.

Sin embargo, parece que, al ingresar las autoridades a gobernar en las diversas instancias estatales, dichos artículos se les borra como por arte de magia. Y, es más, muchos se enfadan y llegan hasta las amenazas con tal de quitarse el problema de encima.

Cuando en realidad lo que deberían hacer es precisamente gestionar, gobernar en favor de la persona. De los trabajadores, que ni siquiera les demandan altos sueldos. Por ejemplo; ¿de qué vale un hospital con nueva infraestructura, equipamiento de alta tecnología si no hay personal que maneje o atienda en sus instalaciones?

De qué vale un colegio extraordinario si alberga a niños anémicos, desnutridos, sin textos escolares y lo primordial, sin sus maestros completos. Es decir, sin los recursos humanos necesarios para que funcione en torno a los objetivos planteados por el ministerio correspondiente.

En los últimos meses se ha venido observando, increíblemente, un maltrato impresionante respecto a los derechos laborales de muchas personas. Muchos recursos humanos fueron recortados, ahora importa más cumplir con las demandas de ministerios, en vez de dar trabajo a profesionales que estudian en el objetivo de conseguir desarrollar sus conocimientos en bien de la humanidad.

Algo debe cambiar después del Bicentenario de la Independencia, ya no es posible que se deje de lado a tantos trabajadores por dar más importancia a la selva de cemento y fierro, dejando a los recursos humanos que se percudan y oxiden en el olvido inconsecuente de las autoridades de turno.