Sueño limeño

La capital de nuestro país acaba de cumplir 482 años desde que fue fundada el 18 de enero de 1535 por Francisco Pizarro. Así, Lima conocida como “Ciudad de los Reyes”, también en una temporada reconocida como “la ciudad jardín”, como “la tres veces coronada villa”, es la gran ciudad que para la mayoría de peruanos representa un sueño para hacer realidad.

Es que la capital de nuestro querido país representa mucho, no solo para la historia de América Latina, sino también para la esperanza del pueblo peruano, en el sentido de que mientras más se compenetre con todos los pueblos del país, mejor entendimiento tendremos.

Como ciudad e infraestructura representa una modernidad inalcanzable para muchas pequeñas ciudades peruanas. De hecho nos sentimos orgullosos de su historia, de lo que representa para la peruanidad desde los inicios de la lucha libertadora, como otras ciudades costeras-serranas del país. Aunque ha seguido el modelo de muchas capitales latinoamericanas, de concentración del poder político y económico.

Tal es así que en la década del sesenta se empezó poco a poco a notar la presencia de los llamados “provincianos” que llegaban a la gran capital en busca de oportunidades. Y les fue bien, al punto que en las siguientes décadas la explosión demográfica dio lugar a un crecimiento nada planificado, como se replicó en las capitales de provincias y regiones del país, como acá en Loreto, donde Iquitos es una experiencia parecida a la limeña, en otro contexto.

Que este aniversario número 482 sirva además de desear parabienes, porque compartimos la felicidad de los compatriotas de la capital, aunque muchos nos miren de “reojo”, esta nueva celebración sirva para reflexionar y plantearnos metas que impulsen el real desarrollo descentralizado, para que nuestra capital herida por la tugurización y el desencadenamiento de graves problemas sociales, se vea aliviada.

Un alivio que sin dudas lo tienen que buscar las autoridades nacionales ubicadas en la “Ciudad de los Reyes”, que más daño la hacen concentrando desmesuradamente el poder. Y para esto necesitamos que se cumplan con las metas que apuntan a ello, que no se queden en el papel, que la letra muerta, pase a ser letra viva. Y que viva Lima y todo el país.