Lamentable que los actos de inseguridad y violencia se estén reflejando no solo en las pistas de la ciudad, sino en el curso de los ríos amazónicos, atentando contra el visitante nacional o extranjero que viene a visitarnos, a generarnos un ingreso a cambio de mostrarles lo hermosa que es nuestra naturaleza.
Pero, gente que actúa al margen de la ley está empañando nuestros propósitos turísticos y los llamados a poner orden son el conjunto de autoridades que tienen la responsabilidad funcional de brindarnos las garantías de seguridad, lo que se afianza para los visitantes a través de la Red de Protección al Turista.
Como idea y propósito esta Red está bien orientada, por nombrar unos cuantos lo integran la Policía Nacional, la Dirección de Turismo, la Dirección Regional de Defensa Nacional, Capitanía de Puerto de Iquitos, entre otros. Todos se orientan a brindar la protección, correcto. Aunque para brindar protección se necesita recursos, logística y, sobre todo, prevención.
Pongamos el ejemplo del yate donde viajaba el médico que se ahogó después de salvar a su esposa. ¿Qué falló ahí? La prevención. Un elemento básico al subirse a una embarcación fluvial, los chalecos salvavidas. Quién debió proporcionarles, obvio que la empresa que les ofreció el servicio. Será sancionada por faltar a una norma de navegación. Capitanía de Puertos tiene la palabra. Y desde el tema jurídico esto da para mucho más.
Nos preguntamos, en la reunión de la Red de Protección al Turista se han sentado los representantes de las empresas turísticas que brindan estos servicios. Y no nos digan que estuvo el sector público del Turismo, que sí estuvo, pero no basta, es un ente más normativo. ¿Dónde están los causantes de estas tragedias? Que no los sientan también a discutir el problema. Un grave problema que enluta familias y le hace grave daño a nuestra proyección turística como industria sin chimeneas.
Acá no se trata de decir que nunca habrá accidentes. Lo hay en cualquier lugar del mundo, en el sitio turístico más protegido. Pero, no debemos seguir permitiendo que las embarcaciones, en este caso específico, se den el lujo de incumplir la normativa fluvial y que se vuelva a decir, se ahogaron porque no tenían chalecos. Es una vergüenza y una irresponsabilidad mayúscula.
Desde una canoa, pasando por un peque peque, un bote, un yate, un rápido, deben tener ésa mínima seguridad de los chalecos salvavidas y obligar a los ocupantes a ponerse, como sucede cuando se viaja en avión. Se ajusta el cinturón y punto. Se pone el chaleco y lo tiene que hacer, sino, se baja del yate. Esto último lo decimos porque también hay pasajeros que habiendo chalecos se resisten a colocárselos.
Hay mucho por hacer y tratar respecto al tráfico fluvial. Y terminamos preguntándonos, por qué no funciona en Iquitos una oficina de la Autoridad Regional Portuaria – una ARP. Seguimos dependiendo de la Autoridad Nacional Portuaria. Y vemos en este aspecto que la descentralización no ha llegado a los puertos de Loreto.