Una necesidad de la ciudadanía son los espacios de recreación que se puede cubrir a través de parques, plazas, alamedas y espacios adaptados para el descanso como lo ideado en Cerro Palmeras, a un costado del campamento Vargas Guerra y otras esquinas como de las calles Loreto con Pantoja y al fondo de la Yavarí, que con jardines, llantas (neumáticos en desuso) pintados con alegres colores, han contribuido a la recreación y embellecimiento de la zona.
No necesitamos de millonarias inversiones para tener ambientes que contribuyan a liberarnos del estrés junto a los amigos, hijos y otros seres queridos, balanceándonos en un columpio, observando el paisaje, la vegetación, las flores de un jardín, el correr y juegos de los niños, hasta participar de los mismos sacando el niño o niña que tenemos por dentro.
Cuántas tensiones se liberaría, cuántas agresiones intrafamiliares se evitarían, cuántas energías positivas se recargarían si valoráramos estos espacios para la recreación pública. Pero, no nos referimos a aquellos lugares hechos solo para tener el pretexto de construir sin ninguna propuesta estética, menos con objetivo recreativo; sino más bien pensado en incluir más fierro y cemento, por presuntos intereses subalternos conocidos como “coimisiones”.
Es increíble que somos ricos en naturaleza y no aprovechemos esa condición para decorar y crear lugares de recreación pública, que puede ser una plaza ideada como para pasar unos momentos sentados en una banca o sobre la “yerbita” disfrutando de la brisa y el canto de pajaritos, como decíamos de chicos cuando visitábamos el Parque Zonal de Iquitos. En cuanto a las plazas estás deben procurar tener elementos que cubran nuestras necesidades humanas.
Soñamos con plazas donde los niños puedan correr, jugar en contacto con la vegetación y que no se pongan letreros como “prohibido pasar”, acaso no hay especies de vegetación generosas que permiten que caminemos sobre ellas sin mayor daño, entonces por qué no utilizarlas. Que haya árboles frutales y que enseñemos a los pequeños a cuidarlas y no coger los frutos verdes, puede durar años este aprendizaje, pero estamos seguros que se logrará, es un tema educativo y de hábitos amigables con los recursos naturales. Y así otros detalles como un área de juegos infantiles, y que el piso sea lo suficientemente resistente para patines, patinetas y otros similares, y no estar mezquinando a los adolescentes su uso.