En los últimos días, la gestión del alcalde Vladimir Chong ha anunciado con entusiasmo una iniciativa que, en apariencia, busca aportar a la seguridad ciudadana y formalización del transporte menor en Iquitos: El pintado gratuito de placas de rodaje en los toldos de los motocarros.
Esta acción, si bien simbólica y útil para la identificación de vehículos, plantea una pregunta más amplia y urgente: ¿es esto suficiente para resolver los problemas estructurales del transporte en nuestra ciudad?
Iquitos, como capital de la región Loreto, merece un sistema de movilidad que esté a la altura de las necesidades de su población. Sin embargo, el día a día de los ciudadanos revela otra realidad: el caos vehicular se mezcla con el ruido ensordecedor de motocarros y motos, muchos de ellos sin el más mínimo control técnico.
La contaminación sonora ha alcanzado niveles alarmantes, y no existe —hasta ahora— una política clara por parte de la Municipalidad Provincial de Maynas para controlar este problema que afecta directamente la salud mental y física de las personas.
A esto se suma el mal estado del transporte público, colectivos destartalados, con motores que emiten humo negro y ruidos extremos, circulan sin mayor fiscalización. Cada viaje es una exposición a gases contaminantes y al riesgo de accidentes por fallas mecánicas. ¿Dónde queda el derecho a un transporte digno, seguro y saludable?
La ciudadanía no está pidiendo imposibles. Solo exige que la gestión municipal no se quede en gestos visibles pero superficiales. Pintar un toldo no arregla un motor ni elimina la bulla que impide escuchar en una conversación. La seguridad vial va de la mano con el control técnico, la regulación del ruido, y una estrategia de renovación del parque automotor. Todo lo demás, aunque bienintencionado, es apenas una capa de pintura sobre un problema profundo.
(Pablo Encinas).
Ordenar no es solo pintar: Iquitos necesita una transformación profunda del transporte urbano
