Nostalgia eterna

Más de seis décadas de vida plena con aprendizajes, experiencia, enseñanzas, alegrías, tristezas y esperanzas, y sobre todo “bien vividas”, como en ciertos momentos decía el maestro, compañero de jornadas de trabajo, el amigo, el padre, el hombre de la voz de timbre especial de locutor y maestro de ceremonia inconfundible, agradable a los oídos con elegancia.
Se ha ido de este lugar donde nos quedamos nosotros, todavía, y desde donde sentiremos una nostalgia eterna, hasta el límite de nuestra propia vida y como dice el evangelio de Cristo Jesús, hasta que finalmente la gracia de la resurrección salvadora haga que nos volvamos a encontrar en ese más allá misterioso, y si calificamos para tal gracia celestial.
Ya no está con nosotros más que el cuerpo inerte que humanamente queremos pensar que no es así, pero ya se fue su alma. Y todos los que lo conocimos y valoramos su calidez humana con defectos y virtudes, sentimos su partida. José Ángel Verea Chávez, ya no está más físicamente. Nos adelantó en el camino que traspasa lo terrenal.
Cuántas jornadas de debate sobre el mundo de la información, de la política, de la cultura, de los misterios de la vida y la muerte, de los gobernantes, de los artistas, de la música, de lo indígena amazónico, de los escritores, de los niños, de los jóvenes, de los viejos, de las iglesias, de las creencias, de la humanidad, de lo fantasioso, de todo; con “Pepino” había mil cosas de qué hablar, desde las más serias hasta las más triviales, y hasta lo grotesco tenía un espacio en su amplia cultura.
Sabía manejarse en diversos escenarios. Vale decir según el lugar, el tipo, el espacio, el tema a tratar. Una personalidad y carácter multifacético. Un personaje en nuestro mundo social, que como muchos grandes en el ocaso de la vida saben llegar con dignidad y la frente en alto hasta el último suspiro.
Cómo no escribir sobre la “chispa”, el humor, la palabra precisa, la respuesta inesperada que daba a cada una de sus intervenciones y para diferentes generaciones de periodistas y locutores, la frase “Pepino, es Pepino” resume lo mucho que se podría recordar de él. Las risas, las carcajadas, las ocurrencias, las irreverencias, las subidas de tono, las palabras célebres, los gestos de honor y respeto, las palomilladas como cual adolescente con la madurez del adulto, la solemnidad de palabra y de acto. Es que “Pepino, es Pepino”. Claro y directo, por la re…p. Célebre frase que solo podemos insinuar.
Queremos imaginarte fuerte, resuelto, de voz firme, grave y coloquial que mantuviste hasta tus últimos días grabando spots radiales y televisivos, ágil de mente y muy creativo de palabra. Gracias por tus enseñanzas sin enseñarnos porque no necesitabas decir que lo hacías, tu desenvolvimiento natural era la marca del Maestro. Deseamos que descanses en paz, José “Pepino” Verea Chávez. Hasta la eternidad.