Loreto debe despegar en su desarrollo

Porque ya es hora, porque es una obligación de las autoridades y una exigencia clamorosa del pueblo que cada vez más ve disminuida su autoestima laboral en comparación a otras regiones del país que sí han logrado despegar, crecer económicamente, capturar su desarrollo de manera lenta pero segura, gracias a políticas lógicas y coherentes con el potencial humano y diverso con que cuentan.
Haber conocido los resultados del último Índice de Competitividad Regional-INCORE 2014, elaborado por el Instituto Peruano de Economía IPE,  donde Loreto y Puno son las regiones menos competitivas del Perú (quedando Loreto en el último escalón), debido al grave déficit de infraestructura e ineficaz cobertura educacional, acompañada de una debilidad institucional, resultó aplastante y demoledor, por decir lo menos.
Además de vergonzoso para las autoridades que año a año manejan cientos de millones de soles, producto del canon petrolero que les envía el gobierno central para que sean gastados de manera eficiente, a fin de sacar a la selva del último peldaño en el que siempre ha estado por falta de políticas que conlleven a lograr un desarrollo sostenido y no «gaseoso».
Esto al margen de un factor que parece gravitar siempre en la región, un estigma que se balancea como péndulo entre una y otra gestión gubernamental: la corrupción. Un accionar que se ha enquistado y casi institucionalizado en las diversas entidades públicas, lo que les impide ver de manera transparente qué es lo mejor para salir del subdesarrollo descentralizado que persiste y subsiste, pese a la economía importante con el que dotan a las autoridades de turno para que inviertan más en el sector salud y educación. Solo por mencionar dos pilares fundamentales.
Finalmente, los ciudadanos deben tomar mayor conciencia en las próximas elecciones para que a través del voto secreto elijan a los políticos que expongan las mejores propuestas que conlleven a Loreto a que despegue económicamente de una buena vez.
Loreto está resistiendo demasiado. Aparecer en el último lugar de competitividad, o sea, ser los incompetentes de todo el país, resulta lesivo e imperdonable.