«En el sentido etimológico, Educar -escribió el notable físico, pensador y autor argentino, Ernesto Sábato- significa desarrollar, llevar hacia afuera lo que aún está en germen, realizar lo que solo existe en potencia».
La educación de calidad es, en ese sentido, la principal herramienta, sino la única, para erradicar la pobreza, promover el desarrollo del país y convertir a la persona en ciudadano productivo, responsable y capaz de defender sus derechos. En el Perú abundan los diagnósticos y las propuestas, pero lo cierto es que en términos de calidad educativa los avances de los últimos años han sido casi nulos.
La educación de calidad no podrá impartirse con maestros poco preparados, pero tampoco en una población escolar que en importante porcentaje padece de desnutrición, anemia crónica y en sus hogares debe enfrentar en muchos casos la violencia familiar. La complejidad del tema lleva a un enfoque multidisciplinario y los candidatos ya deberían estar señalando cuáles son sus estrategias para avanzar en una verdadera y necesaria revolución educativa en el Perú.
Las evaluaciones periódicas, con base en el mérito y el buen desempeño, son avances que no pueden ponerse en entredicho. Las evaluaciones son un procedimiento que no es ajeno al profesor, que califica constantemente a sus alumnos, por lo que la Carrera Pública Magisterial debe proseguir.
Paralelamente, tienen que analizarse y combatirse las causas de la deserción escolar (31% de los peruanos de entre 17 y 24 años no termina la secundaria), relanzar los sistemas de becas para premiar el desempeño, la solidaridad y la competitividad como valores, así como continuar con la creación de infraestructura educativa cómoda y saludable.
La buena nutrición, como hemos señalado, es básica para que los y las alumnas asimilen los conocimientos, y en sus primeros años debe estar vinculada al ámbito escolar.