Los conflictos de la vida familiar en la última década han trascendido como en ninguna época, a lo público, y de manera especial lo referido a los abusos contra los menores de edad y ahora también los abusos físicos y psicológicos contra las mujeres, madres, esposas, convivientes y ex compañeras.
Por si fuera poco, a todo esto ahora se suma la rebeldía juvenil graficada en agarrar la bolsa, el maletín o la mochila y salir de la casa con rumbo conocido o desconocido. En la mayoría de los casos por incomprensión entre los jóvenes y sus padres – madres.
¿Qué hacer? Se repetía en una de las reuniones de la escuela de padres y madres para salir airosos de estos trances, etapa difícil de la adolescencia rumbo a la juventud, donde cualquier pretexto será motivo de distanciamiento, o cualquier deseo frustrado se convertirá en un motivo para cortar la comunicación, e irse de la casa.
Somos testigos que muchos padres y madres tratan de llegar a sus hijos con diálogo, con acercamiento, con comprensión e incluso llegando al «extremo» de tratar de negociar con los hijos e hijas, en el mejor sentido de la palabra, sin embargo, en muchos casos esta fórmula no funciona. En otros tantos sí y con éxito.
Nos comentaban que la fórmula es trabajar el diálogo desde siempre y no cuando estalla el problema, entonces queremos poner parches, llenar vacíos que muchos años dejamos fermentar, para entonces será muy difícil mas no imposible lograr un acuerdo saludable para ambos (hijos-padres). Y si requiere ayuda no dude en buscarla en las oficinas de asesoramiento que brindan los Municipios, por ejemplo. Más vale tarde que nunca.