Como ciudadanos que nacimos y vivimos en esta parte de la Amazonía peruana, mínimo que nos pone en modo inquietante, lo que ha trascendido esta semana en el marco de un evento importante y a la vez revelador de intenciones que pensamos habían quedado en el pasado.
Se trata del proyecto de trasvasar las aguas del río Marañón para que sean llevadas a la costa, lo que en un momento pasado fue observado por su gravedad en términos de la afectación a la biodiversidad y a nuestras vidas acá en Loreto.
Es que estamos hablando de uno de los ríos tributarios del Río Amazonas, recordemos que nace de la confluencia de los ríos Ucayali y Marañón. Por lo que ese proyecto temerario que parecía haber quedado en nada se ha vuelto a avivar sin el mayor respeto de decirlo en nuestra cara y propia casa.
Ha sido una simple y a la vez grave mención, porque no han profundizado en las consecuencias medio ambientales, ni les ha importado involucrar a las autoridades y organizaciones regionales, ni a la academia, ni a las entidades científicas, a nadie, es como si no existiéramos y nos vienen a decir lo que desean hacer, sin consultarnos, o sea a disponer del recurso hídrico que representa nuestra vida de la forma como les da la gana.
El tema es más delicado de lo que podríamos imaginar, porque las aguas del río Marañón forma parte de un inmenso ecosistema amazónico, cuyo trasvase tendrá consecuencias en los países Amazónicos como Colombia y Brasil que también reciben las aguas del Marañón para desembocar en el océano Atlántico.
Si bien es un problema que falte agua para la agricultura de la costa de nuestro país, no es la mejor idea querer llevar forzosamente las aguas del río Marañón, que una vez más se muestra atentatorio contra toda forma de vida en nuestra región, y contra la fluidez natural de una riqueza hídrica milenaria, que tiene derecho a seguir su curso sin salvajes alteraciones.