Es un verdadero drama lo que vivimos en relación al trabajo infantil, donde los huambrillos (niños) de Loreto obligados o por la necesidad se lanzan a las calles a trabajar de alguna forma, sea para ayudarse en caso de los abandonados, o para colaborar con sus familias.
Ha pasado un año más desde que se conmemoró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil”, pero mientras no exista un día contra el desempleo de sus padres y madres, así como políticas públicas enfocadas en generar empleos para los adultos, es como luchar contra la corriente.
Por supuesto, que nada justifica que en un niño en edad no adecuada realice trabajos que siempre va ser un riesgo porque descuida sus naturales deberes como la recreación, el sueño completo, la asistencia al colegio, el sentirse asistido por sus padres, y los efectos emocionales negativos que los marcan para toda la vida.
Se conocen las cifras alarmantes, pero se hace poco. Ayer mismo vimos al costado del ingreso a un colegio a una madre vendiendo golosinas y su hijito de unos siete años ofreciendo un poco más allá, mientras otros niños eran dejados por sus padres para que reciban sus clases, era notorio el semblante cabizbajo y mirada triste, como quién dice por qué yo no puedo estar en esa misma situación.
En cuanto a compromisos se ha dicho nuevamente que, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, el Perú reafirma su compromiso con la prevención y erradicación de esta problemática, así como con la protección de los adolescentes que trabajan, a través de la promoción y protección de los derechos de las niñas, niños y adolescentes (NNA), y de la defensa de sus intereses y bienestar.
Se define como trabajo infantil a la actividad laboral que pone en riesgo los derechos fundamentales de los menores de edad, incluyendo su salud, seguridad, dignidad y educación, entre otros aspectos esenciales. Se estima que aproximadamente 760,000 niños, niñas y adolescentes se encuentran en esta situación, en el país. Cómo duele esta realidad, no es oculto, estos niños y niñas están a la vista de todos, donde parecemos una sociedad indiferente.