Hermosa playa a poca distancia de Iquitos

  • Sin embargo, no cuenta con el apoyo del sector turismo.

Por lo que se evidencia una falta total de seguridad tanto en el puerto de donde salen los botes, como en todo el desarrollo de las actividades que en un día de intenso sol se reportan en la playita ubicada al final de la frustrada carretera “Las Camelias”, en el distrito de San Juan.
Cuando las lluvias disminuyen, el río baja su caudal y el sol amazónico se luce con mayor frecuencia y tan caliente como él solo. Ahí aparecen las playas. Bonitas, pero sin nadie que les dé el nivel que merecen.
Un lugar donde las personas van con sus seres queridos a pasar tiempo juntos y disfrutar de la naturaleza en su máximo esplendor. En esta oportunidad llegamos hasta la playa “Pucuyacu”, a la cual se puede tener acceso desde la entrada a la vía “Las Camelias”, llegando a un pequeño puerto donde se ha improvisado un espacio para el cuidado de vehículos y pequeños puestos de ventas de alimentos, una manera de ingreso económico para los moradores del lugar.
Un ambiente natural muy hermoso que bien podría ser más cuidado o al menos contar con un mini-puerto, con escalinatas óptimas para la subida y bajada de los visitantes. No hay nada, cada uno tiene que cuidarse para no caer en el intento de subir a la carretera o bajar a tomar los botes que luego por un sol trasladan a la gente al otro lado del río.
El recorrido es muy corto y de poco riesgo. Al llegar, la arena blanca y los rayos del sol dando más vida al paisaje, dan la bienvenida para un día de paseo y relajación. Los vendedores ambulantes, (como en todos lados) no pueden faltar, ofrecen “cachanguitas”, ricos chupetes para refrescar la garganta en ese intenso calor y por si desean un poco de sombra que los acoja a la orilla del río, pueden alquilar sombrillas.
Algunos jugando fútbol, otros jugando vóleibol, hay quienes aprovechan el exquisito paisaje para inmortalizar el momento en fotos, mientras otros disfrutan del agua fría para calmar el calor.
Pero aun siendo un lugar tan relajante y mágico, la delincuencia sigue acechando sin pudor y de la manera más descarada, pues hay personas que aprovechando un momento de distracción esperan el minuto exacto para extraer cosas ajenas bajo el cuento de colocar sus cosas cerca de las suyas y tras verse descubiertas prefieren retirarse del lugar.
Y hasta usan niños para dar una apariencia de familia que al igual que muchas, van allí en busca de diversión.
Es posible pasar un momento agradable, fuera del bullicio de la ciudad y con poco presupuesto, eso sí, muy atentos a sus cosas y sobre todo al cuidado de la vida de sus familiares. (Textos y fotos: Micaela).