Las políticas de Estado con proyección y en atención a sus poblaciones más vulnerables, tienen planes especiales para el sector fronterizo. Nuestra región ocupa una gran extensión de territorio fronterizo con Ecuador, Colombia y Brasil. Y otras regiones del país como Ucayali, Madre de Dios, Puno y Tacna, igual. De todas, la situación de Loreto se muestra en un franco aislamiento.
El tema no es comparar inútilmente. Es que sí hay diferencias marcadas, como que las otras regiones fronterizas del país (y en buena hora), vienen consiguiendo un interesante y expectante desarrollo por las vías de comunicación (carreteras) que les permite avanzar en proyectos productivos teniendo que traspasar la línea de frontera mercados emergentes.
Una muestra es lo que sucede en Madre de Dios, de acuerdo a información de buena fuente, sobre el éxito de la producción de pescado en piscigranjas y el mercado asegurado que tienen en pueblos y ciudades del otro lado brasilero. Dicho sea de paso, este un aporte del trabajo de investigación y tecnología ofrecida por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana-IIAP. Al César lo que es del César. Reza un refrán.
Entonces es una forma de hacer que las fronteras puedan ser llamadas vivas. Con vías, con posibilidades de negocios, con intercambios entre los vecinos países, que además garanticen una convivencia pacífica en el marco del estado de derecho internacional y de comercialización, en respeto mutuo.
Pero, qué le puede pedir a una zona fronteriza aislada y con amenazas de abusos con ciudadanos equivocados de otras naciones. Es el caso específico que nos narró el representante de los productores del distrito de Soplín Vargas, provincial del Putumayo, frontera con Colombia, cuando denuncia que los peruanos y peruanas necesitan que sus terrenos sean formalizados para evitar lo que llamó «la invasión pacífica de colombianos».
Es que como sus terrenos no cuentan con título de propiedad, es fácil, posesionarse temporalmente como para extraer madera, por ejemplo, de una forma ilegal en perjuicio de los peruanos que tienen todo el derecho de ser propietarios de los terrenos que por derecho ocupan. «Pero no tenemos ningún papel y tampoco ninguna oficina agraria en la zona», reclamó.
Ellos son los llamados a construir las fronteras vivas en nuestra línea de frontera, pero, si no se les brinda como Estado las condiciones adecuadas, esto no podrá darse. Mientras no existan vías de comunicación, aparte de la natural que son nuestros ríos, la historia silente seguirá juzgando a los gobiernos de turno principalmente al nacional. Se espera reacciones positivas frente a esta exigencia y que los productores de Soplín Vargas sientan la peruanidad real.