Desde hace unos cinco años que somos testigos de cómo nuestra ciudad de Iquitos cada día se vuelve más peligrosa y si antes había un lugar o dos reconocidos como “zona roja”, en la actualidad ese concepto se ha expandido.
Tanto es nuestro drama frente a la delincuencia que cualquier lugar sea en el día, tarde o noche, se convierte por segundos en una zona roja, y luego del asalto viene la normalidad hasta que otro acto delincuencial vulnere nuevamente el derecho la libertad de tránsito en condiciones de tranquilidad.
Esto lo conoce la Policía Nacional que es la entidad encargada de la seguridad dentro de la ciudad y que deben tener en su registro de asaltados con arma punzocortante y con pistola, objetos con lo cual amenazan a sus víctimas y si se resisten actúan haciendo cortes en parte del cuerpo y disparando al aire o a quemarropa.
Es decir, la criminalidad va en aumento y se moderniza, mientras que de principio nuestro servicio de inteligencia policial, en este caso, pareciera que no responde a un trabajo paciente para llegar a las matrices de estas organizaciones.
Y cuando decimos que la organización criminal local y regional se ha modernizado, nos referimos a que manejarían una logística mejor que nuestros efectivos del orden, con potentes vehículos motorizados, se disfrazan para sorprender en locales, están vestidos con ropas costosas, y estudiarían a su víctima para intervenirlo ilícitamente.
Lo que nos resulta sorprendente es que no haya resultados concretos y oportunos por parte de la instancia policial que investiga y hace seguimiento a los pasos de los sujetos inmersos en delincuencia, en base a una estrategia. No se ven resultados importantes.
Hasta ahora no sabemos que se haya desbaratado una banda de asaltantes, por ejemplo. Se trataría de un letargo en la Policía mientras los asaltos siguen dándose, por lo que como ciudadanos exigimos una mayor respuesta en aras de minimizar la inseguridad que producen actos delictivos. Todos estamos en gran riesgo.