Emergencia para reforestar

Los esfuerzos que vienen haciendo algunas entidades en el tema de la reforestación son dignas muestras de la preocupación por una realidad que nos pide a gritos que se tomen acciones en defensa de la naturaleza. Es por eso que los países Amazónicos le han pedido a la ONU que declare esta zona en Emergencia.
Tenemos en nuestro bosque zonas que se podrían denominar `desiertos de la selva´ donde luego de la tala de árboles han quedado inmensos espacios libres. Y en esto el tema del Canon de Reforestación recobra importancia. Se sabe que sus escasos presupuestos apenas alcanzan para pagar honorarios del personal.
Entonces, qué está fallando o dónde queda el objetivo de la reforestación. En realidad falta seriedad en las cosas que se hacen, porque una prioridad A- 1 para nosotros como región y desde el gobierno central tendría que ser los temas vinculados al agro, al sector forestal, al agua, y otros afines.
Nuestra inversión tendría que estar enfocada a esos espacios que en el exterior son muy valorados. Esto no se consigue de la noche a la mañana, es por eso que es necesario apuntar a nuestra prioridad como región. Nuestros esfuerzos y presupuestos tienen que reorientarse hacia el bosque.
La idea es proyectarnos desde nuestra realidad y hacer de nuestros recursos naturales una gran oportunidad de negocios, pero si esto no pasa por una política de Estado nacional y regional, en unos años más seguiremos lamentándonos porque los esfuerzos aislados que se hagan para conservar las bellezas que Dios y la naturaleza nos dio, serán insuficientes.
Pero vale saludar proyectos como la reforestación que emprende el Pedamaalc en 375 hectáreas, sembrando más de 150 mil plantones de árboles forestales con enfoque en la inclusión de las familias menos favorecidas dentro de su ámbito de intervención.
Eso está bien porque muestra iniciativa, pero, frente a las miles de hectáreas deforestadas y dónde no se aplica un Plan de Reforestación. Estamos en nada. El Estado (gobiernos central y regional) deberían impulsarlo con una intensa campaña que no inicie y termine en el corto tiempo de la siembra, sino que implica un seguimiento hasta la edad adulta del árbol. Y si para financiarlo necesitamos ayuda externa, pues, la ONU podría abrir ese camino.