El poder de la mentira

Parecerá un tema manido por su constante uso por parte de millones de ciudadanos peruanos muchos de ellos con títulos universitarios, sin embargo, todos ellos siguen creyendo; y así lo divulgan, que Pizarro y sus cuarenta aventureros, fueron despreciables invasores contra los cuales 300 años más tarde luchó el Perú arrojándolos de nuestro territorio.

Quienes hablan de conquista, no saben o no quieren entender, que Pizarro no conquistó al Perú, sino a un conjunto de culturas precolombinas que se encontraban en el estado medio de la barbarie pues no conocían el hierro, la  rueda ni la escritura, además de poseer un sistema político demasiado débil, por lo cual una vez reducida la clase dirigente, se apropiaron del territorio incaico.

Ubicándonos tras los escritos de Basadre, del Busto, Porras Barrenechea y otros historiadores, Pizarro fue el actor principal de lo que ahora se llama Perú, es además el principio de la sangre europea en lo  que fue su creación más notable, la ciudad  de Lima. Fue a no dudarlo, el cimentador de la nación peruana. Todo ello lo convierte en el personaje histórico más importante de la historia patria.

Por todo eso, aseverar que  solo somos descendientes de aquellos llamados Incas, es una tamaña mentira, pues pese a la formidable capacidad hispánica para engendrar hijos, hoy no somos ni indios ni españoles, en realidad somos peruanos, o lo que es lo mismo cholos o mestizos descendientes de vencedores y vencidos.

Recurramos a las cifras reveladoras de la raza llamada «·indios puros»; y encontraremos que en el Perú y América Latina no pasan de 10 % de población. Su situación es realmente deplorable y nadie duda de que su rescate, dignificación y  desmarginalización, debe ser para los actuales peruanos una meta prioritaria.

Es la mentira sobre nuestra historia en la que en principio nos hizo creer que nuestro ser esencial se derive de los aborígenes americanos, mientras que la verdad por dolorosa que parezca, nos revela que somos fundamentalmente herederos biológicos y culturales de los llamados invasores.

La verdad nos revela que la patria no es solo el suelo que nos alberga y nos da el sustento; pues la patria son  nuestros muertos, las tradiciones y un conjunto de sueños que nos hacen hermanos y protagonistas de la misma historia, de un destino y una misión. Pero para cumplir tales tareas necesitamos  un mínimo de coherencia histórica y honestidad intelectual. ¿ Podremos lograrlo?. ¡Ojala!.