CRÓNICA AL LAUREADO ESCRITOR COSTARRICENSE JOSÉ LEÓN SÁNCHEZ .
Una historia para ser contada.
N.R. El reportaje más conmovedor escrito sobre la terrible injusticia cometida en la cárcel más atroz de Centroamérica :» La Isla del diablo», contra el ciudadano «Tico» José León Sánchez, ha sido escrito por el profesor universitario y periodista peruano Carlos Callegari en Costa Rica, país hoy, interesado en publicar íntegramente su libro.
¿Todavía habrá ser humano alguno que no se estremezca al leer pasajes de la vida de los presos ,inquilinos perpetuos de la Isla diabólica de San Lucas, allá en Punta Arenas , Costa Rica.?
¿ A cuántos mortales, le habrá causado estupor y vergüenza escuchar las atrocidades que se cometían contra los reclusos de este insólito presidio ,en pleno siglo XX.?
Pues bien….Aquí tienen al frente ilustrando al libro » Del Infierno a la gloria» que narra la odisea, a José León Sánchez Alvarado, quién nunca le quita la mirada a su dilatada y malévola estancia, en «La isla del diablo «que ayer, condenado a perpetuidad y hoy mundialmente conocido, merced a la identidad donada por un generoso párroco que en aquel tiempo, estimó necesario otorgarle un nombre de ser humano para que pudiese recibir la hostia bautismal en la capilla de su pueblo.
El nacimiento de José León fue la peor tragedia que le pudo ocurrir a este ser humano y decimos que es el más triste infortunio porque al estigma de ser tremendamente pobre, le acompañó la mácula de abandonado, inclusive regalado por la mujer que lo trajo al mundo.
Desde aquel entonces sin padre, ni madre, sin hermanos y carente de todo «sólo me quedaba llorar» confiesa León Sánchez, y es que me vi convertido en menos que un follaje con hojas amarillentas y descoloridas arrancadas de algún árbol caído a la vera de una barrial, negro y hediondo como el odio de Dios, si tomamos presente un verso del inmortal poeta César Vallejo.
Callegari tomó la iniciativa de realizar este apunte testimonial al conocer el drama y conversar con José León en Costa Rica.
Sublevó mi espíritu, nos dice, al conocer, mientras transcurría el tiempo, de aquel infausto episodio en el que el nombre de José León fue vilipendiado por la prensa amarillista y en un santiamén lo estigmatizó como el «monstruo de la basílica» culpándole por el robo de la corona de la Virgen de los Ángeles, patrona de Cartago, cantón de Costa Rica.
La afiebrada imaginación del sensacionalismo periodístico sobredimensionó el sacrilegio e hizo culpable a este hombre indefenso. La justicia completó la conversión mediática de José León quién llegó a parar con todo y huesos en el infierno de San Lucas. Antes a través de la prensa se ofreció diez mil colones por la captura, vivo o muerto, del calificado injustamente «monstruo de la basílica».
Lo paradójico es que tal «delito» religioso nunca se cometió ni su autor fue el inculpado José León Sánchez.
Las investigaciones -años más tarde – determinaría que el verdadero autor del crimen y sustracción de las joyas fue su suegro, un abogado con poder, relaciones y amigo del presidente .De ahí que los intelectuales costarricenses y los representantes de la santa Iglesia y especialmente el actual Obispo de Alajuela, avergonzado de tanta ignominia esbozaron algunas acongojadas frases de arrepentimiento al conocerse públicamente la absolución tardía de la Sala III de la Corte Suprema de Costa Rica.
Corrobora esta hipótesis constatar que sigue asombrando al mundo la tremenda resignación de un hombre al que la pobreza primero y el cruel sistema carcelario, luego, soportó en su frágil cuerpo asesinas balas y la incrustación de barretas de acero como quién le pone cascabel al gato. Claro, era una época en el que se vivía la más infrahumana circunstancia existencial.
Independientemente de cualquier metáfora, la aterrorizante historia de Jacinto, el protagonista del relato testimonial de la «Isla de los hombres solos» es en realidad la lacerante narración ficta del sufrimiento sin límites del propio José León Sánchez. El panorama desgarrador del sistema penitenciario de aquella época sirve de trasfondo para una fabulación que, sin duda, tiene insumos autobiográficos y mucho de denuncia social
Queda en evidencia que en la reclusión penal no sólo en Costa Rica, sino en todos los calabozos del mundo, se tiene como habitual trabajo policial fichar al culpable por delitos cometidos o no .Eso no interesa, lo que se persigue es maltratar, castigar para demostrar diligencia policial y judicial
o.o.s.





