Danza con covid

La historia de la humanidad nos revela que en tiempos de paz o de guerra, las poblaciones siempre han imprimido en un espacio el ritmo de danzas sea como un ritual para animar a los guerreros o sea como un ritual alegre y desbordante para la comunidad en general.
Y en todas las épocas entendemos se dieron los sentimientos encontrados de quienes rechazaban estas manifestaciones basadas en las culturas y las emociones de los habitantes, como también ha sucedido en las diversas naciones Amazónicas.
En un descanso de los conflictos no faltaban momentos de música y danzas para elevar el ánimo, aun cuando la muerte estaba tocando la puerta. Este escenario parece repetirse en centenares de personas que desoyendo la invocación de las autoridades han preferido “coquetear con la muerte” y vivir la fiesta del carnaval con humisha y baile.
Podríamos decir hasta que se trata de un estado consciente, sabiendo las posibles consecuencias de contagio del Covid-19 leve, moderado o grave para ellos y familiares, pero, tampoco se trata de una especie de suicidio colectivo, evidentemente que no, es como un reto a la desgracia esperando “ganar”.
Sin embargo, lo que la cultura ancestral no ha medido es que la figura de guerra o de conflicto en el paso de los años tendría otra connotación, donde el enemigo está por todos lados, es invisible y depende de determinadas conductas propias de cada uno de los seres humanos, para combatirla con mayor eficacia.
Esa parte, parece que no se quiere aceptar en la conciencia colectiva y prefieren darse un baño de celebración olvidando por momentos la poca valoración de la propia vida y la ajena, a lo que se agrega la decepción de la conducta de ciertas autoridades de nivel superior, como que los empuja a una rebelión disimulada.
Ese espíritu fiestero ha aflorado en demasía en ciertos sectores de la población de Iquitos, sin generalizar, porque en un mayor porcentaje de la población se ha entendido la coyuntura de la pandemia y se siente el momento de angustia, tristeza e impotencia. Por lo que le seguimos dando batalla.