Calamidad del coronavirus e insensibilidad brutal en calle Jerusalén

  • Motofurgones de la municipalidad de Punchana arrojan basura putrefacta como tierra de relleno.
  • Y en el colmo de la incomprensión madres de niños pequeños dicen que está bien y que ellas lo han solicitado.
  • Fiscalía de prevención del delito debería llegar de inmediato a ese lugar.

Para salvaguardar la vida de tantos niños que viven en casas paupérrimas, a punto de caerse, levantadas sobre basurales y ahora, encima con toneladas de residuos podridos y malolientes, en una especie de tierra de relleno.
Lo observado ayer fue impactante, pero no tanto como observar la reacción de algunas mujeres, que casi le pegan a un señor por decir que lo que estaba haciendo la municipalidad de Punchana, era algo brutal contra el medio ambiente. Y por supuesto, contra la vida misma.
Las imágenes vistas ayer parecían vomitadas de un libro de Julio Ramón Ribeyro, quizá, de “Los gallinazos sin plumas”.
“A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. Las personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal.
Las beatas se arrastran penosamente hasta desaparecer en los pórticos de las iglesias. Los noctámbulos, macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su melancolía. Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas.
A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas”, narró Ribeyro.
Refiriéndose a dos menores que eran enviados por sus mayores a juntar basura para sus cerdos. Sin importarles que se contagien de algo, que se corten los pies y les dé tétano, etc. O que les pase cosas mayores.
Ayer en la mañana se pudo seguir a un motofurgón cargado de basura que bajaba por la zona de Versalles. Volteó a la derecha y siguió su ruta, para nuevamente entrar a la derecha y empezar a botar las bolsas pestilentes en el frontis de las casas de la calle Jerusalén, a vista y paciencia de todos. Con una naturalidad alarmante.
Se vio a un policía rodeado de vecinos, se pensaba que el suboficial Ruiz, andaba viendo el tema de basura, sin embargo, había ido a intervenir a vecinos que entre ellos se habían hurtado. Al preguntársele sobre el tema de la basura, decidió actuar. Hizo parar al motofurgón, el otro se fue raudo. Le pidió que expresara quién le había autorizado que eche allí la basura. No contestó, luego dijo que varias señoras y que lo hacía desde hace meses.
“No pasa nada, dejen que echen ahí porque así vamos rellenando nuestra vía. Yo vivo acá desde hace 5 años, tengo 3 hijos y siempre pedimos tierra de relleno, pero las autoridades no nos escuchan. Ellos dejan la basura y luego ya nosotros conseguimos tierra para echar encima”, decía una mujer.
Un vecino en contra, con las justas alcanzó a decir que en las noches, con lluvia o con sol, la zona olía muy mal. Dos mujeres con sus hijos, prácticamente se le fueron encima y le sacaron “trapitos sucios” al aire contaminado. El hombre se calló.
¿Señora y no se da cuenta que sus hijos corren un alto riesgo de enfermarse, de hacerse algún daño con todo esto?
-Sí pues, pero así vivimos y tratamos de salir adelante, nadie nos da la mano, trabajamos de manera independiente.
Finalmente, se vio al policía hablar con la dirigente de la cuadra. Pero ella como que aceptaba toda esa situación, que la gente viva encima de un relleno sanitario, mientras que la empresa Brunner, se ahorra muchos soles y la municipalidad de Punchana proyecta la falsa imagen de un distrito limpio.
Limpio cargando la putrefacción sobre los hombros de gente pobre. Eso es un crimen.