A propósito de la asunción de los nuevos gobernantes regionales y locales en Loreto

Por: Edgar Valdivia Isuiza

Han transcurrido casi 90 días después del controvertido proceso electoral regional y local, realizado en todo el país, entre  ellos lo concerniente a la jurisdicción de la región Loreto. Cesaron las bataholas, el sinfín de promesas, el festín regaliento en navidades y cumpleaños anticipados, las incesantes agresiones que pulverizaban hasta las honras de los participantes en un sinfín de dimes  y diretes, que  más que contienda electoral programática se asemejaba a un polvorín de confrontación electorera, que pervertía terriblemente el contenido cívico del proceso.
Ahora han recibido sus credenciales que acreditan su condición de tales y han juramentado los nuevos presidentes regionales, muchos de ellos no pudieron hacerlo por los serios problemas legales que circundaron su controvertida elección u obsesivo reeleccionismo (Waldo Olivos de Áncash, Gregorio Santos de Cajamarca, entre otros).
Algunos de los presidentes regionales y alcaldes provinciales y distritales han culminado sus gestiones con la plena satisfacción del deber cumplido y salieron por la puerta ancha, con los honores que corresponde a quienes anteponen su vocación de servicio, a las tentaciones del aprovechamiento indebido de las responsabilidades encomendadas por el mandato popular. En tanto otros, arrastran la pesadumbre de sus debilidades frívolas y crematísticas, de sus costumbres non sanctas, de sus groseras soberbias y de sus consabidas voracidades por el sentido equivocado de hacer riqueza personal a costa del electorelismo con el mal uso de los recursos fiscales. Se inicia un nuevo capítulo en la historia de la gobernabilidad de los pueblos del Perú profundo, que con todas sus dificultades y controversias, abren rutas para el futuro.
En los últimos años se ha acrecentado el bochorno y el escándalo que viene envileciendo y desacreditando a niveles  alarmantes el ejercicio de la gestión pública que coloca en entredicho la solemnidad del mandato ciudadano en la ejecutoria de la representación popular, responsabilidades que en sí exigen decoro y ejemplo de conductas acrisoladas, elementos de valoración que deben ser restituidos como factores importantes en el desarrollo de la institucionalidad muy venida a menos en los últimos años en la gobernabilidad regional.
Al haber concluido el ciclo electoral con la juramentación respectiva, los nuevos gobernantes ingresan en un nuevo escenario de responsabilidades, ahora priman las decisiones sobre temáticas objetivas distintas al mero discurso electorero, el pragmatismo se transforma en un instrumento importante en la visión ejecutiva del gobernante. Es la circunstancia en el cual se identifica la filosofía del nuevo gobernante frente a la realidad presente, en qué medida el panorama del mandatario guarda relación con la definición del gobernante líder o del gobernante jefe. Es el momento en el cual se registrara cuáles serán las líneas vitales del accionar de quienes tendrán la compleja responsabilidad de administrar el futuro del desarrollo y el crecimiento regional.  Es la hora en el que se harán contraste en primera línea las oportunidades y fortalezas, así como las debilidades y amenazas.
En el cúmulo de enfoque y luego de haber capitalizado el voto anti, ingresa a la dirección del Gobierno Regional de Loreto una nueva gestión presidida por Fernando Meléndez, con un sumun de grandes expectativas y un importante respaldo ciudadano. Por primera vez y con características inéditas el movimiento triunfador de los comicios regionales, asume el control político y administrativo de la capital amazónica en sus cuatro distritos, una situación sui generis que se presenta como una fortaleza y oportunidad de los nuevos responsables de la gobernabilidad iquiteña, lo que implica que se ubican en formidable lid para articular el gerenciamiento de temáticas vitales que tienen en vilo a la población de Iquitos y la región Loreto.
La juventud del nuevo mandatario es un fortaleza importante que puede contribuir a forjar una dinámica de primer orden en la abúlica burocracia regional, que en los últimos años no ha cumplido con creces la atención de las urgencias de los problemas que agobian a la población en las distintas jurisdicciones de la región loretana, en gran medida por que importantes y competentes cuadros de planta han sido postergados para dar paso a improvisados ejecutores de las decisiones personales de anteriores mandatarios regionales.
Por otro lado, además de las naturales expectativas ciudadanas muy sobredimensionadas por la cantidad de promesas electorales planteadas, hay también un ambiente sobrecargado, tamizadas en una serie de preocupaciones, principalmente por el desconocimiento de un entorno y de un equipo de trabajo que exprese confianza, credibilidad y nivel competitivo en la ejecutoria de la gestión pública. Además, las expresivas debilidades en la estructura del movimiento que lidera el nuevo mandatario regional, es otro factor condicionante de una positiva evolución de la restitución de la alicaída gobernabilidad regional, cuyo equilibrio debe ser restituido en el más breve plazo en consonancia con el interés de todos los loretanos, que aspiran a un gobierno con estabilidad política y social, que garantice una gran dinámica de la economía regional. Un mayor y mejor nivel de evolución del desarrollo y el crecimiento regional,  que se reditúe en la creación de más puestos de trabajo, en un mejor escenario que atraiga en mayor medida la inversión privada, amén de un afianzamiento de la inversión pública, objetivos ejemplos de transparencia en el uso de los recursos públicos y en un inabdicable combate de la corrupción.
La región Loreto requiere mucha eficacia y eficiencia en la ejecutoria de sus responsabilidades por parte de sus nuevos gobernantes, la situación es difícil y complicada, un buen gesto a plantear sería un Pacto Regional por la Gobernabilidad sobre una Agenda Programática de Corto, Mediano y Largo Plazo, al margen de repartijas palaciegas o bajo la mesa sobre cargos u otros. Loreto y la Amazonía  ya no están para tafetanes, peor para tulipanes.

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