Mi madre me cuenta que conoció a un señor que viajaba por el rió Santiago en busca de oro. El relato de mi progenitora es de ahora, en que los recuerdos vienen como vendaval al cerebro y al alma de una mujer que ya va a llegar a los 85 años, todavía fuerte y lúcida. El señor, un ex técnico del ejército peruano, hasta el año próximo pasado había cumplido casi 90 años y creo que a inicios de este año murió de viejo y aburrido de ver tanta mentira en los políticos y autoridades y sin ningún rastro de contaminación por esta actividad de extracción del precioso metal.
Este relato coincide con otro que me contaba mi abuelo, que iba a las cabeceras de las quebradas de los afluentes del Ucayali a extraer oro y que también murió de vejez y aburrido de la vida, sin contaminación alguna. El detalle creo que está en estas dos experiencias, es que para lavar la piedritas con el fango recolectadas en el lecho del agua utilizaban una especie de filtros y bandejas pequeñas y con movimiento mecánico conseguían los gramos de oro que podían para luego traerlos a los vendedores que hacían su agosto.
Conozco muchos casos de sacadores (extractores) de oro que en su juventud han viajado por todas las cuencas de la región y ahora con más edad, están más sanos que yo, que nunca me dediqué a esta actividad de sacar oro. Es que no soy ambicioso. Estos amigos, cuentan que también han utilizado métodos mecánicos para la operación y nunca contaminaron ni se contaminaron. Allí tenemos al loco F. Machaca, un trotamundo de nuestra selva en busca de oro, experto extractor de esta materia que anda por las calles de la ciudad caminando todo el día sin cansancio alguno y gastando lo ahorrado en esta actividad y viviendo como un joven de 25 años y, es más, corriendo como un buen atleta diez o doce vueltas al estadio Max Agustin, que nos ha costado una fortuna en oro y plata, por supuesto, con su diezmo correspondiente al estilo que imponían los chavales a nuestros hermanos indios. Mi amigo, que mantenemos en el seudo anonimato (le pueden intentar secuestra o robar), no quiere contarnos el secreto, dice que cuando ya va a morir me va a llamar a mí y al cabezón Ernesto Lozano para contarnos el misterio, con la presencia de un notario, por supuesto para que tenga validez legal.
Contamos estas tres anécdotas que ocurrieron en la vida real, porque acabamos de leer un interesante informe técnico sobre la invención de algo parecido a las experiencias del señor del ejército peruano y de mi abuelo y posiblemente del loco machaca. El invento se llama «spiral golden pan» un dispositivo que con movimientos mecánicos puede separar las pepitas de oro de lo que no vale, sin usar el peligroso mercurio que también ya tiene su remedio: la bacteria Pseudomona. Según el informe científico el dispositivo ya está en venta a 300 dólares la unidad y existen otros más grandes a 600 dólares. Esta tecnología fue conseguida en una universidad peruana, posiblemente con los datos de la sabiduría tradicional. Aquí está nuestra confirmación de lo que afirmamos siempre: la biotecnología puede contribuir con la explotación minera y petrolera para prevenir y restaurar ambientes. científicos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, tienen abundante información de plantas, bacterias y animales que pueden comer los contaminantes para restaurar los suelos o prevenir. El SENATI, las universidades tienen, también, un buen plantel de profesionales y alumnos para inventar y fabricar dispositivos de este tipo que sirva para conciliar el crecimiento económico conservando los ecosistemas. Estamos en la era de los talentos y el conocimiento que es necesario emplear para mejorar la calidad de vida de los pobladores, generar riqueza, porque un país pobre es pan comido de los demás gobiernos ya que no podremos armarnos disuasivamente para enfrentar los conflictos que se vienen con toda fuerza en la tierra. Busquen a mi pata el loco machaca, a lo mejor se anima y les da la fórmula para sacar oro sin enfermarse.