Barreras que matan

Una gran preocupación de una persona que viaja por distintas cuencas de nuestra región Loreto, se pudo tomar como testimonio respecto al enorme avance de la minería ilegal en nuestra región. Claro que como ella decenas de personas podrían contarnos sus vivencias.
El tema es más grave de lo que se percibe en la ciudad capital de Loreto, y que no es que aparecieron de la noche a la mañana, viene desde hace muchos años atrás, quizás unos veinte años, que empezaron a aparecer en diferentes ríos.
Estuvo por el Marañón, zona de la provincia del Datem; por la zona del Nanay, de la provincia de Maynas; del Napo, en el distrito del mismo nombre, por la zona de la provincia de Ramón Catilla, por estos lugares donde pudo mirar la presencia temeraria de esta actividad contaminante de los ríos.
La preparación de estos ilícitos ha ido más allá del financiamiento que requieren, primero involucrando a parte de la población generándoles ingresos económicos, y luego con sus contactos en las esferas del propio Estado a través de las autoridades de turno para sostenerse en un futuro, que ahora es un presente donde a través de concesiones de territorios que abarcan espejos de agua intentan encubrir y “legalizar” esta actividad.
Horror de horrores, en cuanto a la conservación de nuestros ríos por el altísimo nivel de contaminación de esta actividad, la más nociva hacia los habitantes de esta parte de nuestros Perú, que compromete las aguas que recogemos para ser tratada y consumir, así como las especies de peces que nos sirven de alimento.
Qué podemos hacer, cómo se puede frenar este avance cuando una de las principales barreras para la lucha contra la minería ilegal es la corrupción de las autoridades que tenemos. Y lo peor que las autoridades del Ejecutivo no se pronuncian frente a lo que viene saliendo desde el Congreso para encubrirlo. La ciudadanía organizada también tiene que hacer valer su voz. Es la vida o la muerte lenta.