Pensamos que la mayoría de ciudadanos en el país está triste o siente cierta melancolía por lo que viene sucediendo en el contexto político de gobierno. Parece ayer cuando se realizó las elecciones generales y juramentó el nuevo presidente en el marco de una fiesta cívica electoral. Y el elegido Pedro Pablo Kuczynski lo celebró y disfrutó como millones de peruanos. La renuncia de ayer era inevitable, aunque también nos apenó.
Muchos advirtieron que la lideresa perdedora Keiko Fujimori se la tenía jurada y trascendió una guerra a morir contra el mandatario elegido. Cierto que hemos percibido y se ha evidenciado las obstrucciones en el Congreso para bloquear al gobierno nacional partiendo de las interpelaciones a ministros que terminaron por sacarlos del cargo.
La ciudadanía estaba como expectante de los hechos que se iban suscitando en el marco de una pelea de las grandes ligas políticas, lo que distraía una gobernanza acorde a las necesidades más urgentes en el país, se hacían esfuerzos con piedras en el camino. Y se fueron dando varios hechos con tufillos de ataques por parte de la agrupación política perdedora del sillón presidencial.
La obsesión por ese lugar de poder no alcanzado fue demasiado lejos que sentíamos que incluso atropellaban los intereses nacionales, todo actuado desde la mayoría del Congreso de la República que se mostraba perturbadora.
El tema del proyecto de ley de la Reforma Electoral fue clarísimo y terminó con la renuncia a la bancada de Fuerza Popular por la congresista loretana Patricia Donayre, quien también recientemente ha presentado otro proyecto de ley que da paso a la convocatoria de nuevas elecciones generales. Aunque se muestra imposible que lo aprueben, pero no podrán decir no hubo una herramienta legal que permita convocarlo desde el Parlamento Nacional.
La mayoría parlamentaria se obnubiló de poder y siguen, al parecer, en esa postura porque varios luego del mensaje presidencial de ayer que anunció la renuncia del mandatario, no se mostraban satisfechos porque el presidente no hizo un mea culpa, porque no pidió disculpas por lo que está pasando, quizás, pero de allí a decir no aceptaremos la renuncia, nos dan una lectura que estas autoridades elegidas van a seguir con esa conducta que nada bien le hace al pueblo que los eligió, para defender nuestros intereses. Pero ya vemos que defienden lo suyo y de su lideresa que sueña con ser presidenta, con todo derecho, pero no a costa de provocar un desgobierno.
El señor Kuczynski, de hecho sin proponérselo, porque como él muchos quisimos que siga su mandato hasta el final, pero el desgobierno impuso la coyuntura que vivimos en estas horas; ha contribuido a que se devele la clase política nacional corrupta que está en la más alta esfera de gobierno. Los audios últimos son reveladores. Una misión cumplida puesta por el destino.
Y por cierto que Jorge Barata (Odebrecht) con sus declaraciones nos muestra que casi todas las agrupaciones políticas se embarraron ¿Qué nos queda? Se va levantando un clamor: nuevas elecciones generales, ya. Martín Vizcarra primer vicepresidente que debe juramentar el viernes como nuevo mandatario de la Nación, tiene la palabra.