Mientras por un lado está la lucha por la modificación de la nueva Ley Forestal para la formalización desde los pequeños extractores de madera y así puedan tener acceso a los permisos forestales, por el otro extremo están los pueblos indígenas que cuidan sus recursos forestales y piden les concedan además del título comunal, extensos territorios para zonas de conservación y reservas.
Y existe un tercer actor en este escenario del bosque que son los indígenas de los pueblos en aislamiento voluntario, que no tienen contacto con los mestizos y que viven en la espesura del bosque. Este grupo humano también está siendo afectado por extractores madereros debido a que se han dado concesiones forestales en las zonas por donde se desplazan.
Así, se conoce que los moradores de las comunidades nativas y caseríos vecinos suelen encontrar rastros de dichas poblaciones que demuestran su situación de intranquilidad y búsqueda de nuevos refugios. Por eso, para este tipo de grupos poblacionales, hace 13 años que existe la solicitud de establecimiento de una Reserva Indígena, la denominada Yavarí – Tapiche.
Sobre este caso específico, Jorge Pérez, presidente de la organización indígena ORPIO, calificó de inaceptable que el Viceministerio de Interculturalidad no haya sido capaz de cumplir con su obligación de proteger a los pueblos en aislamiento y atender la solitud de la mencionada reserva indígena.
Tanta es la demora, que parte del territorio que presentaron como Reserva ya ha sido entregada en concesión forestal, en una clara superposición de territorio, y una muestra que más rápido otorgan concesiones forestales que el interés en las poblaciones que habitan y viven muchos años de los recursos del bosque y protegiendo a su vez la naturaleza que en nombre del desarrollo se está destruyendo.
Está más que claro el conflicto de intereses, y esta situación puede llevar a mayores enfrentamientos de los que ya existen en los territorios de la selva de Loreto y en general de toda la Amazonía, cuya situación es similar. No queremos ni imaginar enfrentamientos fatales. Pero el escenario nos empuja a ello, por ejemplo con una ley forestal que difiere de la realidad y la entrega de concesiones rápidas para unos y de eterna espera para otros.