Gratitud a los nuestros

Cuando se pone el nombre de un personaje  a una calle, a una avenida, a una carretera, a una escuela, a una institución o a un pueblo, es en reconocimiento a la trayectoria que tuvo como persona, como paradigma a seguir.
Así, nuestros héroes, los próceres y precursores de nuestra independencia, hombres y mujeres que han tenido una actuación patriótica, o que han dejado huella en la vida ciudadana, en la formación cívica, moral y religiosa de la juventud,  han sido homenajeados en todos los pueblos de la patria.
Pero, particularmente,  en Iquitos somos ingratos, porque no le damos el status, el nivel recordatorio de gratitud a hombres y mujeres que han entregado su vida a hacer de nuestra colectividad una sociedad organizada en sus sueños, en sus esperanzas, en sus protestas, en hacer de Iquitos un pueblo de gente decente y educada.
Por donde uno vaya tropezamos con calles, asentamientos humanos y pueblos jóvenes que llevan el  nombre  de personajes intrascendentes, indignos de perennizarlos, porque sencillamente, tal bautizo se dio al calor de la invasión o de la apropiación de un terreno baldío, poniéndole el nombre del presidente o del alcalde de turno, personas que no tienen mérito alguno para imprimir sus nombres en la memoria colectiva del pueblo.
En esto del nombre de las calles, hay omisiones imperdonables, como imperdonables también son los nombres dados.
En una próxima nota editorial, este Diario, principal referente de la prensa escrita de Loreto, dará a conocer su palabra, nombrando a quienes merecen un homenaje imperecedero.
A nuestra ciudad hay que reordenarla en todos los flancos, en todos los aspectos que juegan un importante papel en la vida ciudadana.
Vamos a proponer nombres y a sugerir en que calles que tienen nombres que nunca han debido tener, se les rebautice.
La gratitud a los nuestros, está primero.