149 años después

Contados desde aquel 5 de enero de 1,864, fecha en que llegaron los buques de la Marina a este puerto, han transcurrido 149 años, durante los cuales, Iquitos se ha constituido como la ciudad más importante de la gran región amazónica peruana. Y no podía ser de otra manera, ya que aquí se instalaron inmigrantes sanmartinenses y amazonenses, españoles, portugueses, chinos, japoneses, ingleses, judíos, polacos, alemanes, que formaron sus hogares y asentaron sus familias, cuyos descendientes están orgullosos de haber nacido bajo el manto esplendoroso de su cielo tropical, como canta el vals de «chispa» Julio Élgegren Pinedo.

Pero en 149 años, ¿cómo está Iquitos? ¿Es el joven altivo y altanero de los años 20 del Siglo XX que se vestía de terno y sarita y vivía en casa de azulejos? Sigue siendo el señor a los que sus hijos les heredó petróleo y estos se emborracharon de dinero, pero que se les fue como el agua entre los dedos? El Iquitos señorial, que solo inclinó su cerviz ante el señor Amazonas, esa imagen europea instalada en la espesura del bosque, ha quedado atrapado en el recuerdo de fotografías en blanco y negro.

El paso de los años lo ha dejado con cicatrices en el alma y en la piel. La sed es uno de sus problemas y vivir en tinieblas también. Sus arterias están deterioradas, no hay lugar en su cuerpo que no haya una zanja, un forado donde han ido a parar muchos y de ahí a la eternidad.  Sus hijos más humildes viven en casuchas incendiarias y tienen de compañera a la suciedad y la miseria. Iquitos, después de haber sido gran señor hoy parece pordiosero.

Iquitos no está para celebraciones. Es que no puede haber fiesta en una casa donde no se puede caminar, menos bailar. Iquitos, desde hace un buen tiempo no ha inaugurado una obra digna de celebrar. Sus autoridades locales no han planificado un desarrollo ordenado de la ciudad. La basura está presente en todo sitio. El  parque automotor y el tránsito constituyen otro gran problema. Pero lo que es el gran dolor de cabeza de sus habitantes, es la falta de seguridad. Iquitos hoy, es tierra de nadie, donde nadie respeta a nadie, donde ni en casa la gente está segura. Eso lo está desprestigiando ante el mundo, porque turista asaltado es un agente que no va a recomendarnos nunca como punto de destino.

Es momento de ponerse a trabajar por el orden y la tranquilidad, por una buena presentación de sus calles, por contar con buenos servicios de agua y luz, que son insuficientes e ineficientes para una población mayor que tiene más necesidades que la población de hace 50 años.