¡Ya llega la Navidad!

– El Presidente  venezolano Nicolás Maduro, decretó un adelanto de la fecha de la
Navidad. El Calendario Litúrgico Católico nos invita a un Tiempo de Adviento:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila
arda1982@yahoo.es

El pasado primer viernes  de Noviembre, el Presidente venezolano Nicolás Maduro, sorprendió a todo el mundo con su polémico planteamiento de adelantar la fecha de la Navidad: «Hoy viernes 1 de noviembre, quisimos decretar la llegada de la Navidad porque queremos la felicidad…el que  ande amargado: un villancico… ¡viva la felicidad suprema!… ¡bienvenida la Navidad a Venezuela!» anunció el presidente ante un auditórium acostumbrado ya a sus frases de impacto.  Sus seguidores naturalmente,  defendieron el planteamiento de su líder, aduciendo que es un aporte histórico-práctico que busca ligar los hechos históricos con las emociones populares, llamándole a este decreto presidencial como la «Navidad  temprana». La diplomacia del Vaticano, tuvo que emitir un comunicado escueto ante este despropósito presidencial, bajo el título: «¿Navidad en Noviembre?». Las redes sociales hicieron lo suyo, como aquel comentario: «¿y dónde se supone que Papá Noel va a conseguir renos en noviembre?»

En nuestro país, felizmente,  nuestros gobernantes no se atreven a hacer semejante psicosocial,  digno de una especie de «espiritualidad chavista» de un Presidente que emula a su antecesor con frases y poses políticas llamativas; recordemos que Nicolás Maduro, en una anterior declaración polémica planteó que: «Jesucristo se había encarnado en Hugo Chávez (sic)».

Lo que sí sucede, en el Perú y en la mayoría de países latinoamericanos,  es un adelanto del Tiempo de Adviento, aquel tiempo de preparación que la liturgia católica propone cuatro domingos antes de la Navidad y que este año debería comenzar el domingo 01 de diciembre, pero como vamos a ver a continuación, se adelanta a veces exageradamente.

Un vecino por donde vivo, por ejemplo, empieza a poner villancicos navideños a todo volumen, desde inicios del mes de octubre de cada año; los que vivimos por allí, le reclamamos que es muy pronto para poner esas canciones, a lo que él contesta muy orgulloso: «a mí me gusta ser el primero en todo». Otro caso, el pasado lunes, primer día hábil del mes de noviembre, todos los medios radiales y televisivos de nuestra ciudad nos despertaron con villancicos de fondo no solo para anunciar la gran campaña comercial navideña que se impone, sino para hacer sus reflexiones inspirados en el acontecimiento religioso que ya se acerca.

Para el Calendario Litúrgico Católico entonces, el tiempo de anunciar la llegada de la Navidad de este año es a partir del 01 de diciembre (Primer Domingo de Adviento), pero como ya hemos testimoniado, mi vecino, los medios de comunicación, las empresas que ponen propagandas para vender sus panetones y de yapa el Presidente Maduro, se adelantan a este tiempo previsto ni bien termina el mes morado, como empalmando el «Himno al Señor de los Milagros» con «Suena el Mangûaré».

Contagiados por este adelanto apurado, muchas familias ya empezaron a adornar sus casas con motivos navideños y ni qué hablar de las tiendas de Belén, en donde todo ya está inundado con múltiples productos navideños, teniendo como símbolo comercial al gordito Papá Noel. Mirando el lado positivo de este fenómeno socio-religioso, que adelanta el Adviento, nos vemos obligados a compartir algunas reflexiones en torno a la gran previa de esta Fiesta del Nacimiento del Niño Dios.

Cuando uno prepara el nacimiento de un hijo, planifica con anticipación para que la ishpa salga como queremos. Cuando uno prepara la llegada de la Navidad, Tiempo de Adviento -una especie de embarazo de María- habrá que preguntarnos con sinceridad ¿qué queremos preparar? De nuestra respuesta, va a depender el tipo de Navidad que deseamos. Los agentes de la navidad comercial, naturalmente nos van a tratar de convencer con sus propagandas diarias, que la «navidad» se prepara, ahorrando mucha plata para gastarlo en las vísperas del 25, y si no tenemos con qué comprar o no tenemos capacidad de endeudamiento, entonces tendremos una «navidad» muy triste, porque no habrá pavo, la casa estará sin adornos, no habrá cerveza, no habrá regalos, no habrá alegría, no nacerá el niño, etc.;  como dice una canción navideña que ya no está en el cancionero católico: «chacarero de mi tierra, tú no tienes Navidad, la creciente va comiendo tu pobreza más y maaas».

¿Qué debemos preparar entonces para una Navidad auténticamente cristiana? He aquí algunas sugerencias.  Debemos preparar un lugar donde va a nacer al niño, un pesebre en el corazón sería el mejor lugar. Una comida, alimento para el espíritu, la Palabra de Dios leída todos estos días.  Un adorno para lucir en  el hogar, los valores del Reino de Dios;  su respectiva fiesta para acompañar la cena, la Eucaristía, al menos los domingos de guardar. Podrías comprar, un regalo fuera de serie, un organizador de vida ordenada al servicio de los más necesitados. Un brindis para la media noche, alzando las copas de la unión familiar, fruto del perdón entre esposos y padres- hijos, haciendo un ¡salud! por los proyectos de vida que nacen solo de una espiritualidad renovada por el poder de Dios hecho Hombre, etc.

Si con anticipación nos preparamos de esta manera, entonces la Navidad no será una más de cada año, será una fiesta inolvidable, que hará brotar de  nuestro ser, una alegría profunda y sincera capaz de atender-cuál Papá Noel- los encargos de paz, justicia y amor que piden todos los años los pobres y marginados de nuestro planeta.

Ojalá que  el sentido comercial que nos quieren vender en este tiempo, no asfixie al niño y lo mate sin haber nacido. Que en esta Navidad, renovemos desde adentro, nuestra espiritualidad cristiana y celebremos esta  fiesta religiosa, centrados en el gran misterio de la cercanía de Dios hecho Hombre, solidario con los destinos de la humanidad, hasta el final de los tiempos. Amen.