Thyago el niño en coma, las piedras de Miraflores y los huecos de las calles de Iquitos

Un niño de 3 años fue aplastado por una piedra de un cerro de Miraflores, en Lima. El infante, iba con su familia a visitar a unos familiares en el Callao. La piedra suelta y sin barrera alguna rompió la luna del automóvil del padre y dejó en coma a thyago, como se llama el niño.

En este bullicio de la HAYA, no hemos tenido más noticias del estado de salud de esta inocente criatura. Ninguna autoridad  hasta hace tres días se ha responsabilizado de esta negligencia. No es la primera vez que se tiene noticias de sucesos de este tipo en esa zona. Hace dos años ocurrió uno igual con una señora que también iba de pasajera en un carro. En esa oportunidad, aplaudimos la actitud de la señora Villarán de salir al frente y responsabilizarse del problema.

Es lo correcto. Está dentro de los estudios de impacto ambiental prevenir y restaurar este tipo de accidentes que afectan no solo al ambiente natural, sino al urbano, y, especialmente, a los que lo habitan. Prevenir antes que lamentar y, definitivamente restaurar o remediar el daño que se hace de una u otra manera.

En esa oportunidad,  hicimos el comentario periodístico, aludiendo a los doce muertos y más de una docena de heridos que se accidentaron en los huecos dejados por los constructores de la monumental obra del alcantarillado de Iquitos,  por la falta de limpieza y por el robo de los tapones de los buzones por los cacos que lo venden a los  chatarreros a precios regalados, creando espacios para que los demás se accidenten y en algunos casos mueran o queden gravemente heridos.

Esto se ha debido establecer  en el estudio de impacto ambiental de este gran proyecto; es decir, prevenir y responsabilizarse de los muertos y heridos y de la contaminación que causa la construcción o las autoridades, o los que se encargan de la ejecución de la obra. Para eso están los supervisores o ¿no existen?  Pero, no solo de este transformador de miasma y orina que dizque va a funcionar dentro de poco, sino de las construcciones que programan las autoridades municipales y judiciales. Esto está establecido en la ley del ambiente y la de estudios de impacto ambiental.

En Lima, han salido a declarar el fiscal de la Nación y el ministro de Justicia, visitaron al niño en coma y expresaron con toda vehemencia que van a investigar el caso y a los responsables de esta trágica negligencia. Los familiares y nosotros solo deseamos que el niño  recupere pronto su salud y regrese con la ayuda de Dios a su hogar. A los familiares no les interesa el dinero, solo que el niño se salve. Nos aunamos en una oración para que esto ocurra. En Iquitos, ante los muertos y heridos en estos huecos, nos parece que no  hemos visto ni oído la voz de alguna autoridad del Ministerio Público para por lo menos investigar los accidentes que causaron las muertes de los que se metieron en los huecos que lamentablemente siguen aumentando por obra y gracia de los cacos en general.

Hace dos años, con los alumnos de los colegios parroquiales hicimos una jornada de señalización de estos huecos sembrando banderines con un trapo rojo para advertir a los motociclistas y otros. Es necesario que las autoridades, los movimientos políticos y las asociaciones imiten este ejemplo realizado por los alumnos de estos colegios que posiblemente hayan evitado alguno que otro accidente, hasta que puedan reparar estas tapas de buzones que son una trampa mortal, especialmente cuando llueve. Pongan miles de banderillas a todo lo largo y ancho de la ciudad. Los pobladores comunes y corrientes se lo agradeceremos. Luego, cuando tengan tiempo y dinero, pongan las tapas con cadenas de acero.

Espero que los fiscales y jueces de Iquitos, sigan el ejemplo de su jefe, el fiscal de la Nación y del ministro de Justicia,  y se animen a investigar estos accidentes y hacer pagar a los responsables, y que Dios guarde en sus manos a los difuntos, porque a las autoridades negligentes, constructores irresponsables y cacos, les espera ese ser cuernudo y rabón que bota azufre y candela para entregarles su tercio de leña para que se quemen fuera del sol.