En homenaje a Pedro del Castillo Bardález

Son las 10:00 am (viernes 07-02-2014) y recibo la infausta noticia del fallecimiento de mi entrañable amigo Pedro del Castillo Bardález, acaecido en Lima el miércoles 05 al medio día en la clínica San Felipe.

Confieso que el impacto es fuerte por muchas razones que se amalgaman en el profundo sentimiento de la amistad fraterna, amistad que tuve el privilegio de heredarla de mi querido padre, como alguna vez le dije a Pedrito -así lo llamábamos en casa- en una reunión en la que estuvo un gran amigo coetáneo y colega suyo, Luis Del Águila Hoyos, alrededor de una mesa disfrutando de nuestra comida regional.

Pedro del Castillo no sólo fue un buen médico, fue un hombre inquieto por la cultura y el conocimiento que iban más allá de su especialidad, su espíritu sensible se tradujo en sus escritos, en su poesía y sus canciones; «Loretano Soy» es una de ellas.

En 1980 fue elegido senador de la República por Acción Popular. Estuvimos juntos en el Congreso cuando alcance el honor de representar a Loreto como diputado; así logramos la creación del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP). Él nunca fue un adversario político, fue un loretano, un amazónico con el afán común de dar y hacer lo mejor por nuestra tierra.

Le guardo gratitud no solo por su amistad amplia y generosa; no siendo senador, escribió en el Diario el Oriente un articulo defendiendo la Ley 24832 que muchos obtusos la atacaban aun por aquellos que se decían de mi propio partido, llegando hasta la vesania de inventarme calumnias, tan solo por haber sido el gestor de dicha ley. Nunca supe de ese artículo, sino muchos años después cuando él me alcanzo  un ejemplar  junto con una alegoría al Remo escrita por mi padre. Lo guardo como testimonio de su gran nobleza.
No pensaba Pedrito que te fueras tan pronto; cuando hablamos el 09 de enero quedé en verte para tu cumpleaños que era el domingo 11; casi sin que nadie oyera me dijiste «el último», no digas eso le respondí. El domingo fuimos a saludarte, conversamos largo rato, te vi mejor, fue mi errada apreciación; el 11 de enero fue tu último cumpleaños, tú más que nadie lo sabías, pues,  por algo eras médico. Al salir mi esposa me ha notado muy agitado.

Ahora estarás girando en alguna muyuna, con seguridad, en las aguas del Huallaga, el río de tus albores.

Reciban mis condolencias Rosita mamá y Rosita hija e Ivancito; Teresita y Juanita; sepan que tuvieron un padre que se conmovía hasta las lagrimas cuando los recordaba; soy testigo de ello.

A ti Pedrito desde Iquitos donde tantos amigos dejas una vez más te digo, gracias hermano que descanses en paz.