«Sepa algo del Sepa»

Crítica  Literaria

Por: Juan J. Saavedra Andáluz

Cada cierto tiempo indeterminado, hacen su aparición en la escena de la creación literaria, autores que buscan con afán convertirse en innovadores. Bastará un ejemplo para ilustrar este aserto: James Joyce, con su novela Ulises que revolucionó el estilo, la técnica y el contenido de la novela con la novedad del manejo psicológico.

 

Hay quienes generan todo un drama entre cuatro paredes, donde los protagonistas ni siquiera ven la calle. Aparte  de correr un poco las cortinas aireando el ambiente. Y quienes,  con sus posibilidades desplegadas al viento de su imaginación, se mueven en un escenario de amplia geografía, con protagonistas entre héroes y bufones, recorriendo  los espacios de la aventura de la vida.

 

En este caso, hay que dejarlo en claro, hacemos referencia a un autor regional, un loretano de pura  cepa, que con anterioridad tuvo la oportunidad de recorrer los más alejados  rincones  de nuestra apasionante y embrujadora geografía selvática. Nos referimos a Moisés Lozano Mego,  un cerebro polivalente que ha incursionado  ya con relativo éxito en la literatura amazónica. Polifacético y dueño de una imaginación que, guardando las distancias, tiene algo de mitología griega, por la fantasía desbordante de sus obras.

 

Después de varios libros entre los más  celebrados, «El Enigma de los Yacurunas», nos ofrece hoy una inverosímil aventura entresacada de la realidad y la fantasía. Cabe anotar que Lozano, además de escritor, es pintor, profesor rural, hábil pescador y con serias tendencias al mundo de la poesía, donde su vuelo mental encontrará  su justa inspiración.

 

«Sepa algo del Sepa», es un trabajo donde se advierte la innovación, la convicción y la voluntad de ser diferente, la iniciativa de los que escriben acicateados por la magia, condición muy propia de la idiosincrasia del habitante selvático.

 

Esta novela, de treintiocho capítulos, nos conduce a los acontecimientos más increíbles, algunos matizados  por sentimientos religiosos, otros por la descripción de personalidades  siniestras, donde la bondad y la maldad se muestran  con el rostro de una moneda, con sus dos caras.

 

El Sepa, una prisión terrorífica, felizmente  ya clausurada, es el centro de los acontecimientos que ponen a prueba el temperamento de quienes tienen la oportunidad  de leer la  novela. La historia se desenvuelve en medio de un gran escape de presidiarios, que buscan su libertad desafiando mil peligros.

 

Unidades de policía de la ex Guardia Republicana, a cuyo cargo estaban los penales  en nuestro país, inician la persecución de los evadidos en una intrincada selva llena de peligros, como serpientes venenosas, felinos gigantes (otorongos) zonas pantanosas y en medio de una guerra entre tribus aborígenes dispuestas a matar no sólo a sus enemigos, sino también a cualquier ser humano intruso con los que se encuentren en su camino.

 

Lozano  deja ver al lector una gran capacidad para describir los escenarios naturales donde se desenvuelve la trama. Los evadidos y los policías que los persiguen, se enfrascan en diálogos donde emergen frases propias de la coprolalia de uso común en las prisiones identificando la bajeza moral de unos y otros.

 

«Sepa algo del Sepa», resulta siendo por el desarrollo de la narración, una novela-reportaje  donde colegimos la innovación de este escritor que mezcla la superchería, el instinto animal de los protagonistas, con sus sentimientos fundamentalmente humanos, durante el tiempo de la persecución, donde la Naturaleza pone su parte para dar mayor emotividad a los hechos narrados, con hórridas tormentas, miedos desatados, pedidos de auxilio y piedad a las divinidades hasta lo escalofriante.

 

Es indispensable señalar que, siendo a veces la realidad más terrorífica que la ficción, el novelista y reportero amazónico, logra una conjunción de estos conceptos  y los de una indudable unidad en  el curso de los hechos, lo que resulta sumamente interesante en el campo de la literatura recreativa.

 

En suma, será de mucha importancia para los lectores de cualquier lugar del Perú o el extranjero, pues la narración los conduce en un mundo real donde lo imaginario termina siendo indesligable  de esa realidad.

 

El Sepa, un río de la Amazonía, desconocido por muchos, se revela aquí con detalles minuciosos, en cuya margen izquierda se estableció  hace muchas décadas un penal para sentenciados por crímenes más abyectos, donde no se ejercitó -tampoco se intentó- la resocialización del interno caído en desgracia, consumándose, al contrario, una actitud cruel y vengativa de una sociedad enferma y decadente.