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Requiescat in pace Rocoso, el genio del buen humor

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“Gran amigo. Deja una ruta vacía de bromas e ironías”
(Leonardo Villegas Díaz, Lima 10 de junio 2025).

TESTIFICACIÓN.
Corría el turbulento año 1968, cuando una tarde en el barrio La Loma de Yurimaguas, conocí a un joven alto, flaco, colorado, bigote bien ordenado, con unos ojazos vivaces, siempre gesticulando con las manos y una sonrisa echo risa, dando un ágil salto desde la camioneta que manejaba, tarareaba la canción más famosa de ése momento, Jenny. Mis hermanas salieron a ver al que cantaba y él, con ésa chispa envidiable e inigualable soltó a boca de jarro: “Yo soy el cantante de Jenny”. La frase quedó grabada para la historia.
Era ROCOSO, su verdadero nombre, aunque su matrícula en archivos registrales estaba como JORGE ALBERTO DEL AGUILA PINEDO. Desde ésa tarde del 68 – siglo pasado, mis hermanas jamás dejaron de llamarle “Jenny”. Él repartía las bebidas gaseosas “El inca” de Lucho Mesía Tafur, que los envidiosos lo llamaban “purgante”, cuando Loreto aún no era pródigo en bebidas de éste tipo. El lunes 9 de junio de 2025, cuando al medio día la noticia conmovió a las colonias yurimagüinas de todo el Perú y el mundo (sin exageración), mis hermanas me escribieron: “Murió el Jenny”.
Éste hombre, al que jamás vi enojarse, nació en Yurimaguas un lejano lunes 20 de octubre de 1941, falleció a los 83 años bien vividos, también un día lunes como cuando nació. De verdad que murió un grande. A los pocos que no le conocían, ayer les dije que había partido a otros espacios uno de los mejores cómicos del mundo. ¡Sí, lo era de verdad! Tanto es así que alguna vez Augusto Ferrando, el de Trampolín a la Fama, quiso contratarlo a él y a su hermano Róger, pero ellos juraban que ya no saldrían de “La Perla del Huallaga”.
En esos avatares de la vida, a mediados de los 70, don Roco –como también lo llamábamos—estaba vendiendo huevos en la esquina de 16 de Julio con Abtao en Iquitos, la gente se aglomeró no para comprar los benditos huevos sino para carcajearse con las ocurrencias humorísticas. Era imposible transitar por ahí, por el tumulto formado, entonces intervino un miembro de la ex guardia civil (hoy policía nacional), quien empezó a gritar: “Oye chino, aléjate de ahí”, “Oye chino, no me escuchas”.
El efectivo se exasperó porque la gente lo miraba riéndose, fue entonces que se acercó a la cara y remató: “Ya pues chino, qué esperas”. Silencio sepulcral y tenso. Rocoso se dio por aludido y espetó al guardia civil: “¿A mí me dices? ¿chino yo, con éstos ojazos? La risotada se escuchó hasta el otro lado del Amazonas y el policía no volvió jamás.
Jorge Alberto, o también “Sho Roco”, como muchos aludían a él, aparte de ser un buen chofer –con la respectiva música que salía de sus labios– fue un excelente confeccionador de zapatos a mano, herencia de su papá, Demetrio del Águila Ríos (el único armador de calzados de suela fina, que se daba el lujo anual de ir a los carnavales de Río de Janeiro. ¡En serio! No sé si por su afición carioca o por un problema en el cuello, cariñosamente la gente mayor lo conocía como “el torcido”).
En sus años aurorales, el gran Roco estudió en el glorioso colegio Monseñor Atanasio Jáuregui Goiri en Yurimaguas, en la antigua casona de la Plaza de Armas. Ya joven, aproximadamente a los 27 años se trasladó a Iquitos, en busca de nuevos rumbos. Comerciante de sangre también hacía algunos pequeños negocios. Pero una mala finanza, lo derribó en crac, por lo que tuvo que retornar a su querida Yurimaguas. Poco antes lo vi alternando en la famosa zapatería “Fori Fay” en la capital loretana (entonces en la tercera cuadra de Julio C. Arana, hoy calle Nauta).
Rocoso, el inigualable, estuvo casado con Dolores Pérez Pinedo y tuvieron cuatro hijos (Iván, Demetrio, Felipe y Marllori). Vivieron una temporada –como ya se dijo—en Iquitos, precisamente en la cuarta cuadra de Morona (frente a la clínica Morona, luego clínica Loreto) en una suerte de condominio multifamiliar, que él con ésa genialidad lo rebautizó como “VILLA CARIÑO”, porque muchos no se conversaban.
Alguna vez cuando los quisieron desalojar, estando en plena sesión de vecinos, entró el único estudiante universitario de dichos predios. Siendo sobrino de Rocoso, pidió que interviniera para ayudar a solucionar el impasse. Lucky Luciano (el sobrino) empezó diciendo que nadie les podía ayudar porque allí no había UNIÓN. Su tío saltó y disparó: “Claro que aquí no hay UNIÓN, sólo hay ATLÁNTIDA”. Se refería a las radios. Carcajada gigantesca y rompan filas. Allí terminó la memorable asamblea. Unas semanas después no quedaba nada de VILLA CARIÑO.
Hoy que Jorge Rocoso enrumbó un nuevo viaje, extrañaremos su chispa innegable y su tremenda capacidad para enfrentar los malos momentos sin inmutarse, nada de rabietas, sólo serenidad y un absoluto buen humor. Y eso que Rocoso había pasado todas las de KIKO, CACO, RENACO y MANACARACO. Fue un hombre solidario, nunca dejó que alguien estuviera con hambre o sed, su mano amiga estaba allí para ayudar al prójimo.
Un día con sus hijos –en pleno brindis—les dijo: “No sé cómo ustedes no han sacado a su padre, ustedes son como el agua potable: insípidos, inodoros e incoloros”. Iván sigue riéndose de tal reñida envuelta de amor jocoso. Lo máximo, cuando ya alguien lo tenía hasta la coronilla, le decía: ¿Tú estás huev… o te llamas Ramón?
Hoy miércoles será el entierro de ROCOSO. Hoy te toca, siempre estimado ROCOSO, hacer reír a San Pedro y toda su corte. Por supuesto que también le cantarás un bolero, con ésa voz, que salía a rocas, una voz ROCOSA. Descansa en paz, inigualable genio del buen humor.

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3 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias ex profesor Jaureguino don Leonardo Villegas por esa remembranza a Rocoso del Águila, la verdad que muchos de sus conocidos y allegados no sabían esta gran parte de su historia jocosa. QDP!

  2. Profesor Leonardo, excelentes palabras para recordar al gran «Rocoso».
    Leyendo su artículo me llevó a mi niñez en mi querido Yurimaguas.
    Gracias profesor.
    Le envío mis más cordiales y respetuosos saludos. BOMBÍN
    D.E.P. «Rocoso» ?

  3. Profesor Leonardo, excelentes palabras para recordar al gran «Rocoso».
    Leyendo su artículo me llevó a mi niñez en mi querido Yurimaguas.
    Gracias profesor.
    Le envío mis más cordiales y respetuosos saludos. BOMBÍN
    D.E.P. «Rocoso» ?

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