Cada cierto tiempo nuestras páginas registran operativos realizados por la Policía Fiscal, dando cuenta de incautaciones de productos adulterados que se expenden en casas comerciales, cuyos propietarios sin el menor respeto a la persona y en flagrante delito perpetran este tipo de atentados contra la salud de la población.
La labor de inteligencia de la policía, en este tipo de cosas, debe ser permanente, detectando los centros comerciales infractores para caerles con el peso de la ley. No es posible que a vista y paciencia de todos se expenda en las calles producciones discográficas y películas piratas. Hasta el momento no se ha podido llegar a los centros donde se produce esta basura. Los únicos que caen en los operativos son los comercializadores, pero no los fabricantes, no los dueños.
Conservas y bebidas pasadas de fecha, no aptas para el consumo humano, se venden en todo Iquitos, muchas veces por el desconocimiento de la gente que no tiene interés en buscar la fecha de expiación en el envase.
Y en el colmo de la audacia, hay gente que no tiene ningún reparo en vender productos farmacéuticos y materiales de sanidad adulterados unos y en mal estado otros, lo que ha derivado en intoxicaciones de personas que han ido a parar en el hospital, sin saber qué le hizo daño.
Estos delincuentes no merecen ningún tipo de consideración, por lo que entidades como la dirección regional de salud, Diremid, municipalidades y el ministerio público, deben elevar sus informes con la máxima severidad.
En el sector de falsificaciones de productos, mal estado de conservación y adulteración hay infinidad de casos por verse. Es cuestión que se articulen esfuerzos para desaparecer el peligro público al que la población está expuesta.