El arte amazónico de conjurar la maldición del trabajo
Por: José Álvarez Alonso Confieso que siento envidia. Sana, pero envidia al fin: cada vez que voy al mercado de Belén, observo extasiado a muchas de las vendedoras de los puestos callejeros, pescaderas, plataneras, polleras, fruteras, verduleras…, siempre alegres, siempre haciendo bromas, siempre recibiendo al comprador con una sonrisa y una lisonja: «¿Qué estás buscando,…