Otro asesinato alevoso en Iquitos

Y a medida que pasan los días los atentados criminales se irán incrementando, no hay que olvidar que estamos próximos a celebrar las fiestas de fin de año. Ayer Loreto se enteró de la muerte de un empresario que fue acribillado por un grupo de delincuentes a quienes, al parecer, no les importa que acá se haya cambiado al general de la policía en el objetivo de cambiar las cosas para bien.
Estamos lejos de esa meta, los hechos preocupantes de criminalidad se siguen reportando ante los ojos de quien sea. Los sujetos agresores una vez que identifican a su “presa”, lo único que hacen es dispararle con alevosía, ventaja y sin ningún remordimiento. O “ajustan cuentas” o les roban el botín en escasos minutos, lo que hace sospechar que los denominados “marcas” en Iquitos, están más activos que nunca.
¿Qué hacer? Es la interrogante que no solo se hacen los medios de comunicación cada vez que tienen que dar a conocer esos asesinatos, sino la colectividad en su conjunto que mira con desconfianza y muchas veces con indignación a los altos jefes de la policía, así como a las autoridades por no estar unidas frente al crimen para diseñar políticas efectivas que mitiguen la inseguridad ciudadana.
El primer día hábil del año 2015, las nuevas gestiones de autoridades ya deben estar dispuestas a mantener reuniones constantes donde planifiquen verdaderas estrategias para luchar contra la inseguridad.
En vista que el anterior jefe policial puso en “bandeja” a la población, al decir que había un policía para cada 200 ciudadanos; es necesario que las nuevas gestiones vayan pensando en impulsar las rondas vecinales u otro tipo de agrupamientos que colaboren con los escasos policías que existen hoy.
La llegada del nuevo jefe de la policía a Iquitos no ha sido auspiciosa, se espera que cuanto antes logre revertir la paupérrima realidad policial para que los ciudadanos puedan desarrollar sus actividades de manera normal, tranquila y segura. Aunque eso suene como “pedir peras al olmo”. Habrá que intentarlo porque no hay peor gestión que la que no se hace.