Onceavo del año

Hoy ingresamos al mes número once del 2016 y pareciera ayer que estuvimos iniciando el año, mas la realidad nos dicen que el tiempo pasa inexorablemente; sin embargo, las percepciones del paso de las horas, días y meses son percibidas de modo diferente dependiendo de la base edad en la que nos encontremos y de las actividades que realicemos durante el día.

Para un niño las horas se hacen largas si no está jugando con el mayor gusto, para los jovencitos el tiempo parece justo a su medida salvo que estén en estudios intensivos u otros quehaceres propios de las ansiedades juveniles, así una persona base 20 mayormente siente que el tiempo está como en el equilibrio porque hay tiempo casi para todo sin mayores presiones.

Lo que estamos diciendo sale de nuestro intenso dialogar con las personas, vecinos, desconocidos, amigos, familia, compañeros de trabajo y por ahí estamos que coincidimos. De pronto viene la etapa como de conciencia a inconciencia respecto al control de lo que va marcando el reloj. Son los maravillosos años.

De pronto alguien te revienta un sonido provocado por la fricción de los dedos de las manos, y recurres a un calendario sea físico o digital, y puedes darte cuenta con asombro que el tiempo ha sido lapidario, no por gusto vamos entrando al jardín de las bases 30 y 40. Miramos para atrás y pensamos que nuestros pasos ya han quedado marcados en la eternidad.

Entonces como los guerreros que no se rinden decidimos levantarnos y a poner en práctica aquel concepto que no es otra cosa que la capacidad de aceptar que el tiempo pasa y no regresa, que nuestras energías deberán estar mejor orientadas, que estamos a tiempo de hacer una revolución de nuestros proyectos que nos permitan disfrutarlos intensamente. Solo es cuestión de actitud.