Del 20 al 22 de septiembre en Nueva York se realizó la Cumbre Mundial sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. A 5 años de que se cumpla el plazo fijado por la comunidad internacional en el 2000, el secretario general de la ONU, señor Ban Ki-moon, citó a los países miembros a reunirse para evaluar lo alcanzado hasta la fecha, puesto que la crisis financiera y la recesión del 2007 podrían haber alterado las condiciones en que organismos nacionales e internacionales venían trabajando (2009 fue el año más duro). Tras el amago de reducir sus aportes, las naciones más ricas del planeta finalmente cedieron ante la opinión pública internacional y se logró que sectores privados y gobiernos comprometan 40 mil millones de dólares para evitar que 16 millones de mujeres y niños mueran cada año. A su vez, los 49 países más pobres del planeta se comprometieron a aportar con 26 mil millones de dólares a sus presupuestos de salud. Las Metas del Milenio pugnan por la reducción anual de dos tercios del número de niños que mueren antes de los cinco años y la disminución de tres cuartas partes de las muertes maternas. Pero esto no significa que los problemas hayan desaparecido. Cada año seguirán muriendo 9 millones de niños antes de cumplir los 5 años de edad debido a enfermedades curables.
América Latina llegó atrasada en dos de los objetivos: la mortalidad materno infantil y la deforestación. La reducción de la pobreza y la sostenibilidad ambiental siguen siendo el principal desafío de los países de la región. En entrevista publicada por el diario español El País (23-07-10), Diana Alarcón, directora del grupo de Desarrollo Incluyente para la Reducción de la Pobreza del PNUD, considera que los retos que puede abordar América Latina como región «son los problemas medioambientales porque rebasan fronteras. Ahí es donde más urge la cooperación entre países. En este sentido será importante el acceso a la tecnología.» (…)
«Los objetivos representan las necesidades humanas y los derechos básicos que todos los individuos del planeta deberían poder disfrutar: ausencia de hambre y pobreza extrema; educación de buena calidad, empleo productivo y decente, buena salud y vivienda; el derecho de las mujeres a dar a luz sin correr peligro de muerte; y un mundo en el que la sostenibilidad del medio ambiente sea una prioridad, y en el que tanto mujeres como hombres vivan en igualdad», señala el señor Ban Ki-moon en su prólogo al Informe 2010 presentado en la Cumbre.
Es para pensar de manera optimista el hecho de que «el mundo posee los recursos y los conocimientos necesarios para asegurar que hasta los países más pobres, o incluso aquellos que se enfrentan a grandes obstáculos como enfermedades, aislamiento geográfico o conflictos civiles, puedan tener a su alcance los Objetivos del Milenio», asegura el señor Ban.
«Al mismo tiempo, resulta claro que las mejoras en las vidas de los más pobres han sido inaceptablemente lentas, y que algunas de las ganancias que tanto ha costado obtener, están siendo erosionadas por las crisis medioambiental, económica y alimenticia.», agrega el secretario general de la ONU.
El Informe 2010 presentado ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York los días 20 a 22 de septiembre, establece como Objetivo 1: la erradicación de la pobreza extrema y el hambre. Para ello se ha propuesto reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas, cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar estadunidense por día. Reconoce que la crisis económica mundial ha ralentizado el progreso, pero el mundo sigue en camino de satisfacer la meta de reducción de la pobreza. Llama la atención además sobre las inversiones en reducción de riesgos debidos a catástrofes: pueden producir beneficios a largo plazo, incluyendo avances hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Otra de las metas propuestas dentro de este objetivo es lograr empleo pleno y productivo, y trabajo decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes. Nota que el deterioro del mercado laboral, causado por la crisis económica, provocó un fuerte descenso del empleo. Además, llama la atención acerca de que con la pérdida de puestos de trabajo, más gente se ha visto forzada a aceptar empleos vulnerables. Desde la crisis económica, más trabajadores y sus familias están viviendo en pobreza extrema.
Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padecen hambre. Es probable que el hambre haya alcanzado un máximo en 2009, una de las muchas consecuencias de la crisis alimentaria y financiera mundial.
En la mayoría de las regiones el progreso para erradicar el hambre se ha estancado. A pesar de algunos avances, uno de cada cuatro niños de los países en vías de desarrollo pesa menos de lo que debería. Los niños de las áreas rurales tienen casi el doble de probabilidad de tener un peso inferior al normal, que los niños de las áreas urbanas.
En algunas regiones, la preponderancia de niños que pesan menos de lo normal es mucho mayor entre los pobres. Más de 42 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares por conflictos o por persecución.
El Objetivo 2: lograr la enseñanza primaria universal. Entre sus metas está el asegurar que para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. El documento señala que las esperanzas son cada vez más débiles que en el 2015 se logre la educación universal, a pesar de que muchos países pobres han hecho tremendos avances. La gran mayoría de los niños que no finalizan la escuela están en África subsahariana y el Sur de Asia. Otra de sus conclusiones es que las desigualdades obstaculizan el avance hacia la educación universal.
Objetivo 3: promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.
Su meta es eliminar las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza para el año 2015. Para las adolescentes de algunas regiones, hacer realidad el derecho a la educación sigue siendo una meta difícil de alcanzar, señala el texto. La pobreza es un importante obstáculo para la educación, especialmente entre las niñas de mayor edad.
En todas las regiones en vías de desarrollo, salvo en los países de la CEI, hay más hombres que mujeres en empleos remunerados.
No deja de preocupar el hecho de que a las mujeres se les suele relegar a las formas de empleo más vulnerables. Gran cantidad de mujeres trabajan en empleos informales con la consiguiente falta de prestaciones y seguridad laboral. Los puestos en los niveles más altos siguen obteniéndolos los hombres, la diferencia es abrumadora. Las mujeres están accediendo lentamente al poder político, pero por lo general gracias a cuotas y otras medidas especiales. (continuará)