Podría ser una pequeña ciudad moderna con un estilo arquitectónico amazónico típico peruano en terreno inundable, con todos los servicios acorde a su realidad como en la lejana Venecia, en Italia, acá en el río Amazonas la Isla Santa Rosa como la puerta turística de entrada al Perú loretano.
Pero, desde que hubo ese problema que generó un aparente estresado militar colombiano al decir que Isla Santa Rosa es del país vecino de los vallenatos, “nada ha cambiado”, reclaman desde esa zona fronteriza, autoridades y pobladores.
Luego de las reacciones de rechazo e incluso el pedido de disculpas de autoridades del lado vecino, llegaron autoridades nacionales de nuestro país a la Isla Santa Rosa en señal de solidaridad, también de la región Loreto, donde se anunciaron varios proyectos a favor del desarrollo en el lugar, y todo quedó en palabras que el viento se ha llevado.
Hay varias potencialidades como atractivo turístico, hasta en la época de creciente se podría aprovechar el agua del río Amazonas para paseos turísticos locales en canoas recorriendo la isla y puntos de atractivos creados con ese propósito.
Un plan de desarrollo turístico que genere empresas comunales en ese rubro, con variada temática, turismo vivencial, turismo comunal, también en la gastronomía donde los restaurantes que se encuentran brindando ese servicio, mejoren con objetivos de atención a los visitantes nacionales y extranjeros.
Lo que está faltando es ese planeamiento que genere infraestructura, servicios básicos eficientes, un cementerio elevado diseñado como para segundo piso, todo en base a la realidad geográfica que la hará única, y por supuesto con el soporte presupuestal del Estado como zona estratégica de la peruanidad. Ahí inicia el territorio peruano y el abandono debe cambiar por atención inmediata.
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Nada ha variado
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