-A propósito del Parque Temático.
Por: Luis Roldán Ríos Córdova rioscordova2010@hotmail.com
Las comillas evidencian que no me refiero a las personas con esquizofrenia, tampoco a las personas tenidas como sensatas. Al hablar de locos me refiero al término que normalmente usa la gente común para tildar a los que se atreven a pensar o hacer cosas fuera de lo trillado y habitual.
En ese sentido, al margen de la pobreza (problema que nadie ha resuelto), ¿Cuánta «locura» debe haber parecido en su momento levantar el Cristo Redentor en Río de Janeiro, La Torre Eiffel en París, la Estatua de la Libertad en New York y otros? «¡Cosa de locos! ¡Despilfarro corrupto de dinero en lugar de construir el puentecito que necesitamos!» seguramente se dijo en su momento.
Hoy, hasta los pobres viven del beneficio turístico que esas «locuras» han traído a esos lugares con lo que ahora sí pueden construir grandes puentes. Todas fueron donaciones, sí, pero vamos al hecho de lo que ahora significan como atractivo turístico en la economía de esos países.
Claro, esas «locuras», no encajan en el cerebro de los que no saben visionar más allá de sus narices, tal vez porque no son capaces de trastocar el orden establecido, quedándose con el presente por temor a la crítica de los «cuerdos».
Los cuerdos, aquellos «sensatos», defienden el status quo, es decir, la cosa como está, asumiendo que eso es lo correcto y lo defienden con terquedad en perjuicio de la sagacidad creativa, convirtiendo el hecho en permanente tropiezo del avance, llegando a ser la mayor dificultad para la evolución de la sociedad, de donde se puede afirmar que los «cuerdos» no mueven al mundo, al mundo lo mueven los «locos».
Bien le haría a Iquitos las locuras que tuvieran sus alcaldes o bien le hace a Loreto los «locos» que sueñan con la Hidroeléctrica del Mazan, o el tren, «locuras» que el tiempo demostrará que son los motores del desarrollo de Loreto que los «cuerdos» de hoy combaten tozudamente.
No abundan los «locos» que necesitamos para salir adelante, qué pena, la política opositora se ha encerrado en «cuerdos» conceptos defendidos celosamente en abierta contradicción con la dialéctica, celo que les hace descalificar toda proyección de osado tinte.
Es terrible para la sociedad andar esquematizados en modelos inmediatistas del hoy para hoy, es decir, la inmediatez como el «mejor» modelo de solución a los problemas y no la previsión como cultura del desarrollo, que puede cuestionarse, sí, pero no con evidente mala intención para no avanzar, o para retroceder.
¡Vivan los «locos»! Todos los loretanos deberíamos ser «locos» y en nuestra «locura» exigir Autonomía de Gobierno Regional, con independencia del manejo económico y administrativo para la Región; autonomía reproducida en cada provincia, unidas sólo políticamente a su Capital de Región como salvaguarda de la unidad del conjunto y para la representación en asuntos nacionales e internacionales.
Como Alcalde «loco», dragaría el lago Morona para tenerlo lleno todo el año mediante el bombeo desde el río Nanay durante la vaciante, convirtiéndolo en un lugar ataviado con un impresionante juego mágico de aguas para el paseo acuático en botes a la usanza regional, dejando libre de viviendas sus orillas, permitiendo sólo restaurantes de comidas regionales. Qué gracia tiene ofrecer al turista el Suflé de Puré. Coño, el turista extranjero se va más impresionado si le invitamos un riquísimo timbuche de carachama ahumada.
Una estatua gigante con la imagen de un indio Iquito frente al malecón Huairuro (Nada de Tarapacá), mirador desde donde se apreciaría la ciudad de Iquitos y los ríos que la rodean.
En la plazuela Grau, sembraría un árbol de Lupuna y dejaría que el tiempo haga su trabajo hasta cuando empieza a mostrar sus impresionantes aletas (raíces). ¿Se imaginan eso? ¡CUÁNTOS VISITANTES SE DETUVIERAN A FOTOGRAFIARLO!
Otra «locura», un teleférico desde la calle Pevas pasando por encima de la zona folklórica de Belén, terminando en un restaurante de comidas típicas en Barrio Florido.
También haría la «locura» de replicar el Partenón griego en la loma de Vargas Guerra mirando hacia la av. Quiñones, como Centro Cívico.
La tomatina en España, loco, es la guerra de tomates que atrae turistas de todo el mundo; Iquitos tiene que hacer «locuras» (la guerra del pichohuayo, aunque sea) para incentivar el City Tours como fuente de empleo, de lo contrario va a ser bien difícil salir ganando con la nominación del Amazonas como Maravilla Natural, sólo seremos el puerto de los turistas en su pase fugaz hacia los albergues.
Iquitos tiene que sacarle provecho inteligente a esta coyuntura, los «locos» han movido al mundo, no los «cuerdos».