Por: Manuel Fernando Flores Orellana
mflores2508@hotmail.com
El mundo actual se traslada a velocidades inimaginables. Uno puede estar en EE.UU, Japón, Australia o Perú en cuestión de segundos y simultáneamente. Sin lugar a dudas, el mundo de las comunicaciones ha dado un giro total en los hábitos normales de la sociedad. Es un mundo dominado por la tecnología, donde muchos pasamos frente a una computadora varias horas al día. El uso de internet es cada día más frecuente y nada nos sorprende. Sin embargo, es una puerta abierta para los actos ilícitos; los delincuentes al servirse de la tecnología encuentran una herramienta muy bien dotada para sus propósitos.
En muchos casos hemos sido testigos de la creciente ola de delitos cometidos a través del internet. Las estrategias de seguridad y las estrictas medidas internacionales establecidas por los diferentes órganos de control no son suficientes, se vienen duplicando una serie de actos cada día. El fenómeno informático sigue creciendo en la medida en que la informática presenta nuevas formas de tratamiento y acceso, convirtiéndose en una telaraña mundial, por la cual pueden transitar una serie de acciones irregulares que afectan directamente los intereses de las personas. El internet es definido como la red informática descentralizada, que para permitir la conexión entre computadoras opera a través de un protocolo de comunicaciones.
Según los estudios realizados por el Centro de Denuncias de Delitos on-line, respaldado por la Oficina Federal de Investigación (FBI), principal rama de investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América, señala que la pérdidas económicas de los ciberdelitos a los consumidores, solo en ese país, duplicaron la cifra de 2008 a 2009 en 560 millones de dólares, las quejas de los consumidores aumentaron a más del 22% y para el 2010 se detectó una media de 60,000 nuevas unidades de software malicioso cada día.
Cabe señalar que la doctrina empezó a formular la definición del ciberdelito a partir de las conductas cometidas con elementos informáticos en entornos electrónicos, entonces, se dice que el delito informático es cualquier acto ilícito penal en el que las computadoras, sus técnicas y funciones desempeñan un papel, ya sea como métodos, medio o fin.
Vale la pena detenerse un minuto en las denominaciones que establece la informática a quienes utilizan estos medios con propósitos ilícitos, por ejemplo, encontramos a los famosos hacker -persona apasionada por el mundo de las computadoras y se dedica a ellas más allá de los límites, pues utiliza el acceso indebido a fin de cometer fraude, sabotaje, piratería, etcétera-. Sin embargo, ésta no es la única denominación, existen otras como los craker, carding, phreacker, phishing, etcétera. Esta última es la modalidad en la cual muchas personas han quedado atrapadas. El phishing es una forma de fraude que puede manifestarse de diversas maneras; puede implicar un simple mensaje al celular, una llamada telefónica, una web que simula ser una entidad importante (por lo general Bancos) y la más usada y conocida por los usuarios, la recepción de un correo electrónico que llama poderosamente nuestra atención.
Afortunadamente en nuestro ordenamiento jurídico los delitos informáticos han sido regulados mediante la Ley N° 27309, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 17/07/2000, con la cual se incorpora al Título V del Libro Segundo del Código Penal, referido a los delitos contra el patrimonio un nuevo Capítulo (el X) que comprende tres artículos, el 207°-A, 207°-B y 207°-C. Como vemos, tales delitos se encuentran dentro de los delitos contra el patrimonio, lo que resulta que el bien jurídico protegido viene a ser el patrimonio. Sin embargo, cabe preguntarse dónde queda la información almacenada, procesada o clasificada, que al ser obtenida a través de la comisión de este tipo de delito causan un gran perjuicio económico a quienes son titulares de tal información.
Por último, debemos señalar que la preocupación salta a la vista, por tanto, la tarea es no desmayar. La sociedad como las autoridades y profesionales estamos llamados a sumar esfuerzos con el compromiso de tomar acciones y diseñar estrategias para enfrentar este flagelo, sin dejar de lado la importancia de la cooperación judicial internacional, por tratarse de tipos delictivos que no reconocen fronteras, viajan por el ciber-espacio sin contar con pasaporte y mucho menos con una visa. Gracias por leerme.





