Legalizando el trabajo del hogar

La formalización del trabajo del hogar, es un tema que lo venimos siguiendo desde inicios de la década de los ochenta, cuando nos empezamos a dar cuenta del abuso que sufrían muchas niñas y adolescentes que eran traídas de la zona rural, incluso mujeres abandonas con pequeños hijos en brazos.
El mayor abuso se daba principalmente en las llamadas clases medias y altas de Iquitos, por supuesto con notables excepciones, que no pasaban de un buen trato, buena propina y regalos procedente de lo que ya no se iba a usar en la casa; más no había un reconocimiento formal del trabajo a desempeñar. Y el bajísimo pago se sustentaba en darle habitación, luz, agua y comida. Todo un caso.
Abordando el tema con personas de la dirección regional de Trabajo en aquellos tiempos, había una mínima protección a ese tipo de labores, pero tenía que partir de una denuncia formal, lo cual era pedir mucho, puesto que tanto los empleados como los empleadores no estaban convencidos que ese tipo de labor merecía un estatus legal, menos reconocido en la clasificación de trabajos.
Hasta que por fin el Congreso de la República del Perú este fin de semana dio un primer paso y logró aprobar a Ley de las Trabajadoras (res) del Hogar que venía durmiendo entre las carpetas del poder legislativo del país, donde lamentablemente muchas propuestas legales no avanzan por intereses mezquinos bajo la mesa.
El trabajo del hogar desempeñado más por mujeres de diversas edades y en un número mucho menor por hombres era visto y hasta ahora todavía como el de la “todista”, la que limpia, lava, plancha, hace mercado, cocina, atiende a los hijos (niñera), al perro, entre otras obligaciones. Un trabajo que inicia desde que amanece hasta acostarse. Y eso que no abordamos abusos sexuales.
La preparación de las chicas de labores en el hogar ha ido haciendo que ellas pongan condiciones, no porque una ley lo haya previsto así por ser de justicia, sino que la fuerza de las exigencias de las propias empleadas del hogar ha hecho que la ley se expulse ya, como que ya se dio y esta irá perfeccionándose.
Debe ir mejorando en el sentido de la clasificación de los servicios del hogar como limpiadoras, cocineras, niñeras, lavandería, cuidado de adultos mayores, etc. Además de las horas que se dediquen a estos trabajos y la remuneración que deben recibir teniendo en cuenta el desempeño y el tiempo de dedicación.
Lo importante es que este tipo de esclavitud moderna “silenciado” va llegando a su fin en nuestro país y que se ha iniciado el proceso de dar la formalidad a un trabajo que como cualquier otro merece un trato y reconocimiento legal.