Frenemos las disparatadas pseudoambientalistas

Por: Moisés Panduro Coral

Una muestra de cómo el ambientalismo virginal es aviesamente contrario al progreso, es lo que ocurre, ahora mismo, en Tamshiyacu, Loreto.
Allí, en terrenos agropecuarios reconocidos como tales en 1997, se ha instalado una empresa que, en condiciones de estabilidad de inversiones, convertiría a nuestra región en un gran exportador de cacao de calidad al producir 3,500 toneladas anuales con una rentabilidad de 8’700,000 dólares.
La empresa de capital francés y singapurense utiliza sistemas agroforestales y da trabajo directo a 350 personas, todos en planilla, con seguro, alimentos y medicinas. Ha conformado, además, 400 núcleos productores de cacao ubicados en purmas, o sea en ex chacras de familias en los ríos Amazonas, Tahuayo y Tamshiyacu.
Chocolate consume todo el mundo, en todas sus formas. Por eso el cacao tiene una gran demanda en el mercado internacional. Más aún si el cacao proviene de la amazonía, de donde esta especie es oriunda, según lo han reportado las últimas investigaciones arqueológicas.
Sin embargo, la empresa está a punto de irse. Ha sufrido una persecución judicial repulsiva y feroz durante 7 años por parte del ambientalismo virginal que desde 2012 ha secuestrado el Ministerio del Ambiente para obstruir proyectos vitales de nuestro desarrollo, tal como ocurrió con la interconexión eléctrica Moyobamba-Iquitos.
Esto con la complicidad de un fiscal que fue denunciado por intentar inducir testimonios y que tiene abierta una investigación por patrocinio ilegal, y de un juez que ha sido removido de su cargo por haber sentenciado sin pruebas.
¿Cuál fue la deforestación de bosques primarios o la supuesta tala ilegal de 11 millones de pies tablares “calculados” por el procurador y el fiscal, si las plantaciones de cacao se han instalado en ex chacras preexistentes?
No tienen ninguna prueba de su acusación, ningún poblador de Tamshiyacu ha visto recorrer camiones por la única vía terrestre que recorre su pueblo. Hubieran sido necesarios 2,000 camiones de 12 toneladas haciendo 4,000 idas y vueltas para transportar semejante volumen. Nadie tampoco ha visto 110 chatas de 200 toneladas navegando por el río para transportar ese ingente volumen de madera.
¿Y quiénes difunden esta falsedad en los medios que incluye la foto de un área deforestada en Madagascar como si fuera en Tamshiyacu? ¿Quiénes más? Esas oenegés que, en su canina vida, han puesto un sol para crear siquiera un puesto de trabajo sostenible en Tamshiyacu, a pesar de los millones de dólares que reciben de sus mecenas en el extranjero. Ni conocen Tamshiyacu, jamás han plantado allí un árbol, desaparecieron en la pandemia.
¿Qué quieren? ¿Qué 2,500 tamshiyaquinos sigan en pobreza extrema? ¿Qué deambulen buscando trabajo? ¿Qué sean solo recolectores de humarí? ¿O quieren que siembren coca para el narcotráfico?
Ya es hora de poner en su sitio a esta disparatada pseudoambientalista. Yo empiezo.