Al margen de quién fue la idea de ubicar en los ministerios vacantes a más mujeres preparadas en el Consejo de Ministros del país, desde sus nominaciones se han vertido comentarios desafortunados sobre la presencia femenina en los cargos de poder político y técnico, como la ya célebre expresión «ahora solo falta, que uno de los próximos mandatarios sea también mujer». Sin duda, machismo a «flor de piel».
Quienes se incomodan por la presencia femenina en el Consejo de Ministros, deben recordar que en el país los derechos cívicos y políticos son iguales para mujeres y hombres, o viceversa. Lo que nos debería preocupar fundamentalmente es la disposición de las ministras a ejercer su gestión con transparencia, al momento de resolver los problemas en sus respectivos sectores.
A lo que habría que agregar tolerancia, articulación con los entes involucrados en su ámbito de acción, en sí, ejercer una verdadera actitud democrática que parece y se evidencia un distanciamiento en el actual ritmo de gobierno del Presidente Ollanta Humala, marcado aún más en el «festín» frustrado de los congresistas. Salvo honrosas excepciones, como de la parlamentaria Cecilia Tait, cuya digna actitud fue casi «ninguneada» por la prensa nacional. Acaso ¿por qué es mujer?
Es cierto que la concepción de democracia, honestidad, transparencia, valores, involucra a todos y todas, es cierto que la presencia femenina no garantiza que los antivalores políticos vayan a desaparecer, ello significaría caer en el otro extremo del feminismo. Pero, marca un necesario equilibrio en la toma de decisiones y la aplicación de políticas desde la mirada de mujer.