DE CORINA SU HIJO, EL PROYECTO MARAÑÓN

Por: José Álvarez Alonso

 

El saliente gobierno de Alan García consiguió lo imposible: unir a todos los loretanos, o a casi todos, en contra de la malhadada Ley  29760 y el Proyecto Corina. Sin embargo, la notoriedad de este proyecto ha permitido que pase desapercibido otro que, a mi juicio y de algunos otros, es mucho más peligroso que el Corina: el llamado «Proyecto Marañón». Lo denomino hijo (quizás mejor «entenado») del Proyecto Corina porque es mucho más reciente y, de algún modo, complementa uno de los objetivos de este proyecto: la generación de energía eléctrica. Y ojo aquí: la construcción de hidroeléctricas, incluyendo las del Marañón, está en el Plan de Gobierno de Gana Perú. ¿Reevaluarán este proyecto a la vista de la tremenda oposición que ha suscitado el Proyecto Corina, habida cuenta de que el impacto sería mucho mayor?

 

Efectivamente, el 26 de abril del presente año, el Presidente Alan García firmó el D. S. N° 020-2011-EM que declara «de interés nacional y social» la ejecución del Proyecto Marañón. Éste contempla la construcción de 20 represas y centrales hidroeléctricas a lo largo del curso del alto Marañón: Vizcarra (140 Mw), Llata 1 (210 Mw), Llata 2 (200 Mw), Puchca (140 Mw), Yanamayo (160 Mw), Pulpería (220 Mw), Rupac (300 Mw), San Pablo (390 Mw), Patas 1 (320 Mw) y Patas 2 (240 Mw), Chusgón (240 Mw), Bolívar (290 Mw), Balsas (350 Mw), Santa Rosa (340 Mw), Yangas (330 Mw), Pión (350 Mw), Cumba (410 Mw), Rentema (1,500 Mw), Escuprebraga (1,800 Mw) y Manseriche (4,500 Mw). Estas 20 centrales hidroeléctricas, unidas a la represa de Santo Cristo, del Proyecto Corina, afectarían a siete regiones: Loreto, Amazonas (quizá la más afectada luego de Loreto, porque las más grandes se asentarían en su territorio), Cajamarca, San Martín, La Libertad, Ancash y Huánuco.

 

El Perú produce y consume actualmente 4,500 Mw de energía eléctrica, a los que hay que sumar otros 1,600 actualmente en construcción. Las 20 centrales del proyecto Marañón producirían la friolera de 12,480 Mw, casi dos veces más. ¿Está concebido este proyecto para beneficiar al Perú? Lo dudo mucho. El proyecto Marañón supera con creces las necesidades energéticas de Perú. Sólo la central en el Pongo de Manseriche produciría de 4,500 Mw, es decir, toda la energía eléctrica que produce actualmente Perú. El gran beneficiado de este megaproyecto sería el Brasil, y el gran perjudicado el Perú, y especialmente la Amazonía, debido a los enormes impactos.

 

La gran pregunta: si Brasil tiene muchos más ríos que Perú, y con buenas «cashueras» (caídas de agua), ¿por qué necesitaría la hidroenergía peruana? La respuesta es muy fácil: cada vez encuentran más oposición en su propia sociedad a la construcción de represas en la Amazonía, por sus enormes impactos ambientales y sociales, y han vuelto sus ojos al Perú, donde consideran (equivocadamente) que habrá menos oposición. No hace falta ser muy suspicaces para vaticinar que Odebrecht, Electrobras, y otras empresas del vecino país se llevarán la gran tajada de los contratos de construcción.

 

La otra gran pregunta es: ¿Beneficiarían esas regalías eléctricas -6,600 millones de dólares por año, según García- a las comunidades afectadas por este desastre? No lo creo. Como antecedente miremos a las comunidades indígenas en cuyo territorio se ha extraído petróleo en la última generación por varias decenas de miles de millones de dólares, a ver en qué se han beneficiado…

 

Según el citado D. S., la construcción de las centrales hidroeléctricas permitiría la producción de energía con fuentes renovables y con impactos mínimos o nulos sobre el medio ambiente, y la mejora de la calidad de vida de la población. Esto no es tan cierto. Para comenzar, la represa del Pongo de Manseriche, y las otras dos cercanas (la del Pongo de Rentema y la de Escuprebraga) inundarían una buena parte del actual territorio del pueblo Awajún y Wampís aguas arriba, incluyendo Santa María de Nieva, capital del distrito de Condorcanqui, y decenas de comunidades en el mismo Marañón y en el bajo Cenepa, el bajo Santiago y el bajo Nieva. ¿Permitirán esto estos dos pueblos? Sinceramente, lo dudo mucho; los decretos legislativos que provocaron la protesta de Bagua no son nada comparados con esto.

 

La energía hidroeléctrica no es tan limpia y renovable como se dice. Claro que es más limpia que la termoeléctrica (que quema combustibles fósiles, liberando enormes cantidades de CO2 a la atmósfera, además de otros gases tóxicos), pero las represas también generan gases efecto invernadero: la vegetación cubierta por las aguas, y la materia orgánica arrastrada por los ríos y depositada en el fondo de las represas, generan enormes cantidades de gas metano (que es 21 veces más culpable del «efecto invernadero» que el CO2). Y en cuanto a lo de renovable: está demostrado que las centrales hidroeléctricas construidas represando ríos con gran arrastre de sedimentos, como es el caso del Marañón, tienen una vida útil limitada, porque los embases se colmatan rápidamente, y los sedimentos también generan problemas en las turbinas. Un ejemplo es la famosa represa de las Tres Gargantas, en China, que está provocando una catástrofe ambiental y social, y tiene graves problemas con los sedimentos arrastrados por el gran Río Amarillo.

 

Otro tema es el de los impactos aguas abajo de las represas: el primer impacto sería que se alteraría drásticamente el régimen hídrico, el «pulso del agua» de crecientes y vaciantes que define la vida y la productividad en los ecosistemas estacionalmente inundables en la cuenca media y baja del Marañón, incluyendo la Reserva Nacional Pacaya-Samiria. Los peces y otros organismos acuáticos o vinculados al agua necesitan de las crecientes para reproducirse, mientras que la vegetación de los bosques inundables se nutre de sus sedimentos y aprovecha la creciente para florecer, fructificar y dispersar sus semillas. Muchas especies de peces, los quelonios acuáticos y otros animales se alimentan principalmente en los ecosistemas inundados. Los primeros en desaparecer serían los peces migradores, especialmente los grandes zúngaros, que desovan en las cabeceras del río, pero también los peces de escama que «mijanean» durante la creciente para reproducirse (boquichico, ractacara, yambina, yulilla, yaraquí, yahuarachi, sábalo, lisa, palometa, paco, gamitana…) y que son los que más consume la población. Y hay que tener en cuenta que el pescado representa alrededor del 80% de la ingesta de proteína de origen animal de la población ribereña.

 

Por otro lado, la mayor parte de los sedimentos arrastrados por el Marañón desde los Andes quedaría atrapada en las represas, con lo que este río se convertiría en uno de aguas claras, pobre en nutrientes, y colapsaría la producción agrícola y la economía de las comunidades ribereñas aguas abajo: estos sedimentos, depositados anualmente durante la creciente, son los que hacen posible la agricultura en las riberas del río (los barriales y restingas bajas es donde se produce la mayor parte del arroz, maíz, plátano, frijol, chiclayo, etc. de la región).

 

Finalmente, ¿hay alternativas? ¿Se puede generar energía hidroeléctrica sin grandes represas y sin grandes impactos? Claro que sí; existen las hidroeléctricas por derivación del cauce de los ríos con gran pendiente -sin represas o con minirepresas), y las turbinas sobre plataformas flotantes amarradas a la ribera, que aprovechando el gran caudal y fuerte corriente del Marañón podrían generar toda la energía que necesita el Perú y mucha más, verde y barata (US$ 15/Kw). Se estima en 450.000 dólares la inversión para cada megavatio, la mitad del costo de las centrales termoeléctricas y un tercio del de las hidroeléctricas o energía eólica.