Se ha caído hace mucho tiempo que las mujeres pueden ser mejores autoridades por una serie de cualidades, entre ellas, la sensibilidad de progenitoras, y, por tanto, la tendencia a pensar que sus acciones girarán en torno a beneficiar a toda la población, esto lamentablemente no es así, sea hombre o mujer sus decisiones girarán por una cuestión de principios.
Estamos viendo en las últimas dos décadas, como mujeres con cargos públicos o cercanas al poder del cargo público del esposo o compañero de vida, se puede ver ensombrecido por complicidades en el delito de lavado de activos como el proceso judicial al ex presidente Ollanta Humala, que arrastró a su esposa Nadine Heredia por su injerencia en el gobierno. Ambos han sido sentenciados por el Poder Judicial, pero hay más políticos que siendo o no autoridades no ha corrido similar castigo por sus acciones visibles en contra del Estado peruano.
Mirando este último caso se puede evidenciar que en nuestro país estamos sumidos en una confusión respecto a la delimitación de responsabilidades y de asumir por nuestros actos ante la Ley, que seguimos esperando se aplique a todos por igual lo más posible. Decimos esto porque salen una especie de defensores de la ex pareja presidencial tras la lectura de sentencia, como intentando victimizarlos frente a la justicia.
El debate puede ser muy amplio, pero acá en el proceso judicial no se ha evaluado la conducta del ciudadano y ciudadana, sino, de ciudadanos que explícitamente han ejercido el poder de gobernar el país y sus determinadas acciones han desacreditado su desempeño y llevado al fuero de la justicia que emitió condena.
La situación ahora es que el expresidente va a la cárcel y la esposa amparada en un pedido de asilo político en la Embajada de Brasil, recibe tan fácil un salvoconducto otorgado por la actual Presidenta de la República que significa la salida del país de una persona sentenciada por un poder del Estado, del cual es la máxima autoridad la figura presidencial, y que por tanto tendría que luchar diplomática y jurídicamente que la sanción, se respete, pero eso no ha sucedido, por lo menos no se ha evidenciado.
Por eso decimos que, para ejercer un buen gobierno, todo depende de una cuestión de principios, los cuales deben ser sólidos, inquebrantables, sea por parte de una autoridad hombre o mujer.
Así las cosas, seguimos en decepción tras decepción. Pero, también un poco confundidos porque han salido voces a dar a entender que por lealtad al expresidente Humala no están de acuerdo con la sentencia. Es que así se trate de un amigo, de un familiar, de un colega, etc., si se ha cometido un delito, se tiene que asumir. Todo lo bueno que se puede haber hecho, no cuenta. Y es triste seguir viendo como la codicia sigue afectando a familias que antes de ejercer un cargo político, estaban unidas, y los más afectados los hijos e hijas.
Cuestión de principios
