Por: Lic. Luis A. Pinedo Piña
(pinedopina@hotmail.com)
Desde mi perspectiva, muchas veces me he preguntado sí, el currículo que construimos los docentes en nuestras escuelas, que tiene valor oficial, es pertinente. Las conclusiones a donde arribo, me dejan dudas. ¿Cómo debe construirse un currículo para que sea pertinente? Veamos, según la Real Academia, el currículo es el conjunto de estudios y prácticas destinados a desarrollar plenamente las posibilidades del alumno. Para que el currículo que construimos los docentes de aula logre este propósito debe considerar: las expresiones culturales y naturales, las potencialidades y problemas, las demandas de los padres y madres de familia, los intereses de aprendizaje y expectativas de los estudiantes, las demandas de la sociedad peruana y mundial y, fundamentalmente, vincule las actividades que realiza la escuela, con las de la comunidad. Lastimosamente, nuestros currículos construidos en las escuelas, carecen de estas características.
Para este año, el Ministerio de Educación ha dispuesto que, los docentes, utilicen en su planificación curricular, dos currículos. Por un lado, las Rutas del Aprendizaje en las áreas de Matemática, Comunicación y Ciudadanía en secundaria. Matemática y Comunicación como áreas, y Ciudadanía en inicial y primaria como aprendizaje fundamental, transversal a todas las áreas. Por otro lado, el Diseño Curricular Nacional en las áreas restantes de la Educación Básica Regular. En otras palabras, el Ministerio de Educación nos da el siguiente mensaje: «Yo aún no tengo el Marco Curricular concluido; por lo tanto ustedes como región, no podrán construir su Currículo Regional; mientras tanto, tengan ustedes mi Diseño Curricular Nacional y mis Rutas del Aprendizaje para que vayan aplicándolas en las escuelas. Termina dándonos un paquete de recomendaciones para que, según ellos, darle pertinencia al currículo que construimos los maestros en nuestras escuelas, como por ejemplo, «contextualicen, adecúen y adapten las capacidades del DCN y precisen los indicadores de las Rutas». Como Loreto tiene una gran diversidad y una gama de particularidades, allí están los resultados. Somos dueños absolutos del último lugar en comprensión lectora y en matemática y de allí, nadie puede movernos. Ante tanta incertidumbre, ¿Qué debemos hacer los maestros?
Del Marco Curricular en construcción, ya tenemos definidos: Las Competencias, las Capacidades y los Aprendizajes Fundamentales. Como apoyo a nuestra labor, los estándares y mapas de progreso de las competencias de Matemática, Comunicación y Ciudadanía. Utilicemos estos «insumos» para partir de allí, y tengamos en cuenta nuestra diversidad cultural, lingüística, geográfica, ambiental, económico-productiva y nuestra compleja problemática regional y local, para construir los currículos de nuestras escuelas.
Moisés Rengifo Vásquez, eximio educador loretano, con una amplia trayectoria y un envidiable cúmulo de experiencias innovadoras, resume su propuesta con algunas premisas: eduquemos para la vida; organicemos las escuelas en redes educativas; vinculemos las actividades que hace la escuela con las que hace la comunidad; la educación debe servir para solucionar las necesidades básicas del ser humano; no dictemos clase, hagamos que los niños sean protagonistas de sus aprendizajes. Para trabajar, los docentes debemos partir de las situaciones problemáticas del contexto; aprovechemos al máximo, los acontecimientos, sucesos o hechos trascendentales para trabajar con los niños y niñas; la motivación no debe ser tratada por los docentes como un simple proceso pedagógico sino, debe ser producto de un acontecimiento coyuntural del contexto de la escuela, entre otras cosas.
Como podemos ver, la gran mayoría de docentes de aula, no estamos haciendo eso. En algunos casos, cual expertos «copiones», cuando planificamos nuestra documentación curricular, transcribimos al pie de la letra todos los constructos de ambos currículos, y nuestra programación curricular es «copia fiel del original». En ella, debemos insertar primero, los elementos propios de nuestro contexto, las necesidades e intereses de nuestros estudiantes, las demandas y expectativas de los padres y las madres de familia; luego, las demandas de este mundo globalizado.
Se debe educar teniendo en cuenta el contexto. Esto no significa prepararlos sólo para ser ciudadanos de sus comunidades, sino del mundo. Hay que dosificar ambas cosas para no aislar a nuestros estudiantes del mundo exterior. ¿Acaso todos nuestros estudiantes se quedan a vivir en el futuro en sus comunidades? Ellos, hacen uso de su derecho y salen a «conquistar el mundo». La escuela, debe prepararlos para ello.
Nuestra región, tiene una gran diversidad. Nuestras provincias por consiguiente, tienen sus propias particularidades. Las ciudades, comunidades y caseríos en donde se ubican nuestras escuelas, nos ofrecen una infinidad de elementos de su realidad social, cultural, lingüística, económico-productiva y geográfica, que los maestros tenemos la obligación y la libertad de tomarlos para construir nuestros currículos y darle pertinencia.
En el enfoque crítico-reflexivo, vigente hoy, se habla de que los maestros debemos incidir en la construcción de un currículo intercultural, holístico, integrador e inclusivo. Por ello, construyamos los currículos de nuestras escuelas partiendo de nuestra diversidad, como un mandato imperativo. Es una obligación de los maestros y una necesidad para nuestros estudiantes.