«CINCO ROSARIOS EN EL COLCA»

Por: Ing. César Calderón Vela     (Reg. CIP. N° 32486)

 

 

Una vez leyendo a la gran filósofa Mafalda, hablaba que los diarios siempre inventan la mitad de lo que dicen y si a eso le sumamos que en nuestro país los diarios no dicen la mitad de lo que verdaderamente pasa, podemos concluir que los diarios «chicha» no dicen nada o todo es mentira. Y si no veamos lo que ha pasado con la trágica historia del joven Ciro Castillo que un día se fue muy enamorado a pasear con su intrépida chica por el Cañón del Colca, regresó siete meses después solo tras una intensa búsqueda y ahora yace para siempre en una fría sepultura. Es bueno saber que se encontró su cuerpo, ahora falta encontrar la verdad. ¿Qué pasó? Creo que la clave está en descifrar los cinco rosarios encontrados en las misteriosas profundidades del Colca.

 

Rosario uno. La cínica de Rosario Ponce con su carita coqueta de yo no fui. Su risita nerviosa y cachacienta la delató desde el primer día. Sólo ella sabe lo que pasó al borde de los precipicios, no hubo testigos, sólo estaban los dos y por eso mismo, astutamente sabe que el tiempo y el silencio son cómplices de su irresponsable aventura. Pensemos un momento. Nunca preguntó por él, ni una lágrima le valió su enamorado, señal clara que nunca lo amó. Quien no llora, no ama. ¿Qué clase de enamorada era? ¿De qué está hecha esa mujer? Acaso no era ella la llamada a encabezar la búsqueda de su pareja, acaso no debería ser la que más colaborara en la investigación. Pero no fue así. Nunca tuvo una palabra de amor hacia él, nunca asomó la compasión en sus ojos, nunca se conoció en ella un atisbo de solidaridad, sólo atinó a decir «Se fue por allá». Claro que se fue. Extrañamente sin sus cosas, dejándole todo a ella, sin dejar pistas, sin mayor explicación. Se fue sin decir nada y tal vez fue mejor así, lejos, muy lejos de alguien tan ajena como ella. Culpable o inocente, ella ya tiene una sentencia divina por su indiferencia, falsía e insensibilidad.

 

Rosario dos. La valiente magistrada Rosario Lozada que reemplazó al mamarracho de fiscal que simulaba ser investigador y puso todo en su sitio, haciendo y disponiendo todo lo que desde un principio se debió hacer para encontrar al joven estudiante. Su seriedad, imparcialidad, constancia y trabajo esforzado permitió movilizar todos los recursos necesarios para continuar la infructuosa búsqueda del hijo perdido y poner es su sitio a la chinchosa e imprecisa acompañante. Todos hemos visto a esta ejemplar fiscal, trepando y caminado con tenacidad por las escarpadas montañas en busca de la verdad. Pocas veces podemos ver ahora a una autoridad pública cumpliendo con su deber y las exigencias de sus funciones. Vale.

 

Rosario tres. La sufrida madre del joven extraviado, doña Rosario García que consternada por la ausencia de su hijo, supo transmitir su inmenso dolor a todo el país. Habló, pidió, exigió, suplicó, imploró y lloró tanto como solo una madre puede hacerlo. En su rostro querendón se reflejó la pena de todos, en ella vimos a la dolida madre que soporta con dignidad una pérdida tan suya. Aferrada al brazo de su hija, vimos en vivo y en directo su imagen dolorosa y representativa de lo que significa vivir doscientos días llenos de angustia, impotencia y desolación. ¿Se imaginan perder un hijo así? Pero llegó Octubre, se fue a la procesión morada, recogió pétalos bendecidos, presurosa los envió al borde del cañón, con ilusión los regaron por los vientos de esperanza, con devoción los esparcieron por las inmensas quebradas y prodigiosamente de la profundidad infinita, por fin el alma de su ser querido le dio una señal. Allí estaba su hijo que un día perdió. Y es que en Octubre siempre hay milagros.

 

Rosario cuatro. La carroñera, amarillenta y maloliente prensa basura y su rosario de mentiras. Se alimentaron de la historia como insaciables hienas hambrientas y cada día inventaron una historia más fantasiosa que la otra. Por supuesto, y hay que decirlo, en complicidad con quienes abarrotaban los kioskos y compraban sus portadas de mentiras. Un día se perdió, otro día apareció vivo, luego lo secuestraron campesinos, después huyó, enseguida se fugó, ella lo mató sin piedad, semanas después unos pastores lo vieron caminar sin rumbo, en exclusiva lo entrevistaron, había fugado con la trampa, una noche la policía lo mató, una madrugada lo enterró misteriosamente, ella con su amante lo empujaron al vacío, meses después encontraron sus huesos enterrados, no, ¡Primicia! está vivo en una cueva y hasta lo abordaron en un alucinado viaje interplanetario ¡Lo tienen los extraterrestres atrapado en la fuerza de la luz cósmica!. Pero hablando en serio, algo está confirmado: el sensacionalismo, el escándalo, la sangre, los muertos, la mentira barata y la chicha se venden como cancha. Que paja, tenemos otra marca Perú.

 

Rosario cinco. El mejor de todos. El conmovedor rosario de valores inquebrantables de un padre ejemplar. La imagen de don Ciro Castillo Rojo es digna de admiración y respeto. Dejó todo por su primogénito. Allí siempre estuvo con integridad al pié del cañón. Lideró con coraje la búsqueda del hijo perdido, movió cielo y tierra, puso de pié a todo un país, despertó la valentía de los topos y rescatistas, se enfrentó decidido a los fantasmas de la impotencia, luchó persistentemente frente a la burocracia indolente, gritó entre los cerros desesperadamente el nombre de su hijo, lo escuchamos llamarlo tantas veces ¡Cucho! y sólo recibir la respuesta de un viento frío, lo vimos con el alma rota sin hacer un drama, desafió a la indiferencia de la policía, clamó por justicia sin parar, regresó una y otra vez con las manos vacías. A menudo, lo vimos caminando infatigable de día, de noche o madrugada entre Tapay, Madrigal o el Bomboya con la firme convicción de encontrar a su retoño. ¡No busco culpables, busco la verdad, busco a mi hijo! Nunca cansado, de ningún modo doblegado, en absoluto derrotado, jamás resignado. Es la dimensión indescriptible del amor de un padre a su hijo.

 

El desliz de una lágrima puede cultivar el alma, blanquear las penas y cicatrizar las heridas, por eso, no es casualidad que todos hayan llorado con la historia mediática, todos menos una y ustedes saben quién es….. Les digo algo cierto, ella nunca lo quiso, ella sabrá por qué, él ya descansa en paz, Dios está con él, su familia lo ama, su padre es un ejemplo. Sea como sea, cada cual responde a su propia historia. El largo tiempo de su sentida ausencia ha sido una clase vivencial de integridad paternal, gracias a este buen padre que conocimos, siete meses después, tengo la sensación que somos un poquito más humanos, mejores hijos y mejores padres. Así es la vida. Descansa en Paz nuestro estudiante de Ingeniería Forestal Ciro Castillo.

Un comentario sobre “«CINCO ROSARIOS EN EL COLCA»

  1. Yo encuentro sólo 4 rosarios:
    Rosario 1.Que si nunca preguntó por él, ni lloró, no fue señal de que nunca lo amó, sino de que siempre supo qué pasó, su comportamiento es re-lógico.Hay algo en su conciencia que la mantiene tranquila. Ya lo sabremos después.
    Rosario 2. Pidió al «»señor de los milagros» que el cerro le devuelva a su hijo y los milagrosos santos del ex-SIN, aprovecharon los pétalos bendecidos regados por el cañón, y prodigiosamente de las entrañas de los orcos, apareció Ciro..
    Rosario 2. Su profesionalidad hizo que se inicie la acción, y con la «ayuda del mapa de Pérez Ramírez», la solución.
    Rosario 4: La fantástica creatividad de la prensa, buscada por los que repiten lo que no saben, Es un calvario de suposiciones y manejos que hacen sinergia con los cómplices reales.
    El papá no es para mí un modelo; es un hombre común con un conveniente y humano pensamiento maquiavélico.

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