- 80 años de historia, sombra y dulces recuerdos.
El histórico árbol de mango del Colegio Sagrado Corazón, que durante más de 80 años fue testigo del paso de generaciones de estudiantes, cayó el mediodía de ayer en el patio principal del plantel, causando profunda tristeza entre la comunidad educativa, exalumnas y vecinos que lo veían como un símbolo del colegio.
La caída del imponente árbol fue anticipada por los docentes a fines de marzo, quienes notaron que el suelo alrededor de sus raíces comenzaba a levantarse. Ante esta señal de alerta, la plana directiva presentó un documento formal a la Municipalidad Provincial de Maynas solicitando la evaluación técnica del árbol, sin embargo, no obtuvieron respuesta.
En vista de ello, los docentes, junto a la dirección del colegio, tomaron medidas preventivas acordonando el área donde existía mayor riesgo. Gracias a esta acción, cuando el árbol finalmente colapsó este viernes cerca del mediodía, no hubo que lamentar daños personales entre estudiantes, docentes ni personal administrativo.
Actualmente, el colegio se encuentra coordinando con las autoridades correspondientes para garantizar el adecuado y seguro retiro del árbol caído, que permanece tendido en el patio central, lugar donde por décadas ofreció su sombra, sus frutos y su presencia majestuosa.
Exalumnas, estudiantes y miembros de la comunidad han expresado su pesar a través de redes sociales, recordando al árbol como un símbolo viviente del Sagrado Corazón. Muchas compartieron fotografías y anécdotas, como las últimas imágenes tomadas por la promoción de las Bodas de Rubí el año pasado, donde el árbol lucía aún imponente y lleno de vida.
“Con mucha pena les informo que ha caído el árbol de mango de nuestro querido colegio Sagrado Corazón”, fue el mensaje con el que se confirmó el suceso. Un sentimiento de nostalgia y duelo embarga hoy a quienes lo conocieron y valoraron.
Aunque el tiempo y la naturaleza hayan cumplido su ciclo, el recuerdo de este árbol seguirá vivo en la memoria de todas las que, alguna vez, disfrutaron de su sombra y sus dulces frutos.
(C. Ampuero)