-Familia pide garantía para sus vidas
El siguiente caso es quizá uno de los cientos de casos de violencia familiar que se registran a nivel nacional, mucho más en la región Loreto donde los altos índices sobre dicho problema son preocupantes.

Paola Peñaranda Arévalo, junto a su padre Marco Peñaranda, vienen denunciando públicamente al señor Héctor Arévalo Zagaceta, hermano de la madre de Paola. Ella narra que hace años viajaron a la costa y dejaron su casa en custodia del mencionado familiar, propiedad ubicada en la calle «Los Cedros-218» a la entrada del caserío «Santo Tomás». Familiar que a su vez cuenta con su propio terreno a uno de los lados de la casa, colindante también a la propiedad de la abuelita fallecida de Paola.
«Nuestra casa fue construida a través del Banco de Materiales, cuando viajamos él se quedó ahí y nosotros tranquilos porque es nuestro tío a quien conocemos desde chiquitos. Nosotros retornamos y nos dimos con la sorpresa que en nuestra casa había colocado medidor de luz y baño, cuando bien pudo colocarlos en el terreno de su propiedad. Nosotros volvimos y le hemos pedido que nos entregue las facturas de lo gastado para devolverle el dinero, pero hasta la fecha no lo hace y más bien se empezó a generar toda una violencia verbal entre la familia. Incluso ha cogido la pared como medianera y ejecuta golpes estruendosos que nos tienen con los nervios destrozados.
Él como estrategia pidió apoyo del asentamiento humano El Bosque y nos denunció ante el gobernador como jóvenes que cometemos actos delincuenciales a mí y a mis hermanos Gina, Marco y Martha Peñaranda. Pero presenta solo unas cuantas firmas de Marisol Arellano de Yumbato, Karen Arellano, que estudia Derecho en la Universidad y su esposo Jorge Yumbato. Ellos nos hostigan verbalmente y ahora físicamente por eso estamos acudiendo a las autoridades y a la prensa para pedir garantías. Yo salí a mi trabajo en moto y se me cruzó en vehículo el enamorado de Karen, Raúl Vásquez, por poco me accidento», mencionó Paola.
Por su parte, Marco Peñaranda denunció que cuando fue a reclamar por la agresión a su hija recibió una serie de insultos y posteriormente el padre de la chica fue hasta el domicilio de Marco a fin de darle un buen golpe en la frente, derribándolo al piso delante de su nieto.
«Antes eran insultos verbales, pero ahora se está llegando a la violencia y eso no podemos permitirlo. Queremos que ellos digan qué argumentos legales tienen en su defensa, no los tienen y la fuerza no puede ser un argumento que esté por encima de la Ley. Ya pusimos la denuncia en la comisaría, mi familia está en una psicosis emocional terrible y pido se haga justicia. Yo trabajaba en Huaraz y ahora por estos atentados he perdido mi trabajo al quedarme a cuidar a mi familia», expresó Marcos.