Camino al Bicentenario, derecha versus izquierda. Rezagos coloniales

Por: Adolfo Ramírez del Aguila
Docente de Educación Religiosa

La larga historia peruana de aproximadamente 20 mil años, merece la valoración necesaria y pertinente, para evitar la burda utilización de la clase dominante y sus escritores serviles nacionales y regionales, que siempre han mirado los procesos históricos solo para justificar la eternización de sus privilegios y ganancias, en detrimento del bienestar de las grandes mayorías, siempre relegadas por siglos.
Los cortos 200 años de era republicana (1821-2021) y la antesala de los casi 300 años de dominio colonial español (1532-1821) son pequeños momentos en comparación con la larga historia peruana precolombina; un pasado de horizontes culturales muy intensos como Chavín, Wari e Inca y sus respectivos intervalos de desarrollo regional.
Para centrarnos de una manera especial en este breve periodo republicano, la casta política de los que siempre se han mantenido en los disfrutes del poder, del dominio, han mostrado un oportunismo histórico para reacomodarse al amo de turno; primero con el español, luego con el inglés y actualmente con el amo norteamericano.
Con el declive del imperio español y su posterior caída, toda esa maquinaria aceitada por la ideología del colonialismo, se ha mantenida casi intacta después de 200 años de vida republicana: la discriminación, el choleo, el racismo, la alienación, la rapiña, la criollada política, el saqueo de los recursos, el culto a lo extranjero, el centro versus la periferia, son esos rezagos coloniales que aún marcan el ritmo de nuestra siempre inquietante historia peruana.
El terruqueo actual, por poner un solo ejemplo, que la casta política peruana de derecha y sus medios de comunicación repiten al unísono desde Lima, es un evidente legado del colonialismo cultural y político. Declarar terrorista, terruco, montonero, enemigo de la corona limeña a todo aquel que propone un cambio estructural del sistema, ha sido una constante histórica de los que están arriba y no quieren que cambie nada. Declarar a la canción ayacuchana, la Flor de la Retama, como himno del terrorismo, se entiende en este contexto de desprecio y choleo al Perú profundo provinciano, a favor de la capital.
La Segunda Vuelta electoral en nuestro país, para elegir al gobernante del Bicentenario, confirma una vez más que la ideología colonial sigue ‘vivita y coleando’ a pesar de 200 años de “independencia”. La china salvadora, del cambio hacia delante, versus el profesor terruco, del cambio hacia el pasado, son categorías que en cierta manera los medios de comunicación inculcan para crear incertidumbre electoral y confusión ciudadana, con la finalidad de mantener el sacro santo orden neoliberal a favor del imperio de turno y su corte limeña servil.
Pero, detrás de esta campaña a favor de la libertad y el no odio, predicado por los sacerdotes del libre mercado y de una democracia solo de ánforas cada cinco años, se esconde la verdadera confrontación entre la derecha y la izquierda política, entre la permanencia del sistema y el cambio del mismo, entre estar de lado de las fuerzas reales o estar del bando patriótico, entre optar por la neo corona norteamericana o rebelarnos contra ella.
La señora Keiko Fujimori representa, sin lugar a dudas, el continuismo histórico del actual orden de cosas. Es importante aclarar, que detrás de su inocente figura, están los grandes grupos de poder que no quieren que cambie nada (derecha política) y creen que sus privilegios y fortunas amasadas por el libre mercado, deben permanecer intactas, y ser el modelo de progreso a seguir por la servidumbre. En este orden social, los pobres y marginados, a lo máximo que pueden aspirar, es llegar a ser la emprendedora clase media; la clase alta, claro, lo ocupan los pocos dueños del Perú.
El profesor Pedro Castillo del otro lado, encarna la opción del cambio estructural (izquierda política) que propone gobernar desde las grandes mayorías pobres y marginadas hacia un nuevo orden, en donde los de abajo tienen que ser, ahora sí, artífices de su propio desarrollo integral, con la tutela de un estado que hace opción por ellos. Los ricos y privilegiados, deberán de dimensionar socialmente sus fortunas, para acabar con una histórica desigualdad socio- económica de casi 200 o mejor de 500 años. Que no haya ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres (Juan Pablo II, 2003)
Y como en los tiempos de la Colonia, los grupos de ciudadanos agrupados en los denominados partidos políticos peruanos, se alinean y toman sus opciones. Mantener o cambiar el sistema es una lucha de contrarios que ha hecho de nuestra historia peruana, un trascurrir nada pacifico. Recordemos. Hace dos siglos, cuando la Corriente Libertadora del Sur (San Martin) y la del Norte (Simón Bolívar) cercaron a la clase política virreinal limeña, incapaz de tomar sus propias decisiones, se tuvo que forzar la decisión de mantener el orden colonial (derecha) o de cambiarlo (izquierda).
Doscientos años después, seguimos en esa lucha histórica dialéctica, una lucha que se hace vigente en nuestro país en esta Segunda Vuelta. La decisión es nuestra ¡Que Dios nos coja confesados!