Por: José Álvarez Alonso
Comunidades locales manejando sus recursos pesqueros en alianza con el Estado y otros usuarios, ése parece ser el escenario futuro de las pesquerías amazónicas, a razón de lo que se expuso en el reciente Seminario Internacional sobre Manejo Comunitario de las Pesquerías en la Amazonía. Experiencias de Brasil, Colombia, Bolivia y, por supuesto, Perú, todas apuntan en esa dirección. Los peces amazónicos sufren una creciente ola de amenazas que van desde la sobrepesca y el uso de tóxicos, explosivos y otros métodos destructivos de pesca, hasta las hidroeléctricas, los cultivos agroindustriales, las carreteras, la deforestación, la contaminación de los cursos de agua y el cambio climático. El Proyecto Corina y el Proyecto Marañón se suman en Perú a estas amenazas, pues como se sabe significarían la ruptura de las rutas de migración de muchas especies de peces, y un cambio total en la calidad del agua y el régimen de crecientes y vaciantes, esenciales para las pesquerías.
Según Michael Goulding, uno de los mayores expertos en pesquerías amazónicas, Loreto podemos tener esperanza: la destrucción de las áreas inundables, que es muy grave en Brasil, y es una de las peores amenazas para las pesquerías, todavía es incipiente en Perú. Es un alivio saber que, pese a haber sido objeto de una explotación maderera inmisericorde, las tahuampas de nuestros ríos conservan en buena medida su fisionomía natural y pueden recuperar la productividad que un día tuvieron.
Lo bueno de las pesquerías amazónicas es que son, como recalcó el Dr. Peter Bayley, otro gurú de los peces amazónicos, un recurso renovable y recuperable, si se adoptan las medidas adecuadas. Las estadísticas de Loreto indican que los peces más apreciados y de mayor demanda están en franca decadencia (como por ejemplo paiche, paco, gamitana, zúngaros, sábalo, etc.), mientras se incrementa el desembarque de especies de menor tamaño y peor calidad, como ractacara y llambina, por ejemplo. Hay grupos que definitivamente están en mayores problemas que otros. El caso de los grandes bagres, o zúngaros como los llamamos aquí, es particularmente preocupante: emigran más de 5,000 km. desde el estuario del Amazonas, donde los juveniles engordan, hasta las cabeceras de los ríos andinos, donde los adultos desovan. Los huevos y larvas son arrastrados por la corriente de vuelta hasta el estuario para repetir el ciclo. Se pueden imaginar el impacto que en estos peces están teniendo la deforestación descontrolada en selva alta, y las 15,000 toneladas de tóxicos que la industria del narcotráfico vierte anualmente a los ríos…
Especialistas de países amazónicos expusieron sus experiencias y avances en gestión del recurso pesquero con comunidades. Particularmente interesante es el caso de Brasil, donde ya llevan años trabajando en la implementación de lo que ellos llaman «acuerdos de pesca», con excelentes resultados: las comunidades organizadas, con apoyo de las autoridades locales, y con representantes del Gobierno Estadual y Federal como garantes, negocian y firman acuerdos de acceso al recurso pesquero por zonas (cuencas, o complejos de cochas, cuando se trata de las varzeas). Estos acuerdos establecen regulaciones para evitar la sobre pesca y la pesca destructiva, así como la destrucción del hábitat. Con esto se conjura el peor escenario para un recurso: el del acceso libre y la sobre explotación, la conocida «tragedia de los bienes comunes», que afecta a buena parte de los cuerpos de agua de Loreto.
También en nuestra región existen interesantes y fructíferas experiencias de co-gestión de pesquerías, entre comunidades organizadas apoyadas por el Estado: destacan las de la cocha El Dorado, Yanayacu-Pucate y Caro Wiuri, en la R.N. Pacaya-Samiria, y las del río Tahuayo y la Quebrada Yanayacu, en el ACR Tamshiyacu-Tahuayo.
El Instituto del Bien Común describió una interesante experiencia de gestión de pesquerías por comunidades con apoyo de las autoridades municipales en el bajo Pachitea. La Región Ucayali también expuso una interesante experiencia de control de pesca con tóxicos: desde hace unos seis años controlan la venta de agroquímicos (utilizados irresponsablemente para la pesca) y realizan análisis de los peces desembarcados para determinar si han sido pescados con tóxicos, gracias a un convenio con la Dirección de Salud, que adquirió un laboratorio para el efecto. En Loreto las autoridades de pesquería bien podría hacer un convenio con el IIAP para realizar estos controles en los puertos, y acabar de una vez por todas con esta criminal práctica, que está poniendo en riesgo el recurso pesquero.
El Gobierno Regional de Loreto está impulsando, por fin, cambios en el tema de manejo pesquero. La nueva gestión en la Dirección de la Producción ha convocado desde hace semanas una mesa de trabajo para concertar estrategias de descentralización de la gestión pesquera hacia las comunidades y hacia las autoridades locales. Participan todos los actores, desde los representantes de los pescadores comerciales, hasta los representantes de las comunidades ribereñas. Ya han surgido propuestas interesantes, como la de implementar vedas estacionales de pesca para especies más vulnerables, al estilo de lo que hace Brasil, donde está prohibida la pesca comercial durante la temporada reproductiva de especies como paco, gamitana, sábalo, maparate, y otros. Brasil también prohíbe la pesca comercial del paiche fuera de las zonas con planes de manejo aprobados.
Se está trabajando en una ordenanza regional para mejorar la gestión de las pesquerías de Loreto, en la que se espera que se incorporen medidas innovadoras de manejo, como la propuesta por el Presidente del IIAP, Luis Campos, de proteger las zonas de reproducción de especies emblemáticas (gamitana, paco, sábalo…), la protección de los hábitats críticos para los peces, y el control de los tóxicos utilizados para la pesca. El pescado es quizás el recurso más estratégico de la región Loreto, por su importancia para la alimentación popular, y debe ser manejado con visión y esmero. Se ha invertido decenas de millones en apoyar la acuicultura, que produce unas 600 toneladas de pescado al año en Loreto (y está muy bien), mientras que no se ha invertido nada en apoyar el manejo pesquero en ambientes naturales, que producen 100 veces más, unas 60,000 toneladas al año. Cualquier inversión en mejorar la gestión de nuestros peces redundará directamente en la calidad de vida de la gente.